Por: Adrián Tolentino
Ilustración: Oldemar González, cortesía de Nexos
Varios pensadores, junto con Habermas, se han resignado al hecho de que la liquidación de la religión no se alcanzó. Marcel Gauchet admite que en Occidente hay “experiencia religiosa”, aun después de “la salida de la religión”. Gianni Vattimo, pensador de la Postmodernidad, insiste en que es visible un “retorno de la religión”. El fenómeno del yihadismo era, según muchos europeos, el indicio que corroboraba esta resurrección religiosa. El auge de los populismos, a mi juicio, es más elocuente que el yihadismo sobre ese “retorno” de la religión. Me refiero, al menos, a esos populismos que se bastan de tradicionalismos inspirados en la religión para apelar al alma del pueblo “local”. Habermas sabe bien que la religión, para bien o para mal, está presente en la “esfera pública”. Habermas elabora una teoría normativa para que la religión pueda ingresar a la “esfera pública” de una manera que no sea problemática.
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