Por: Alejandro Ravelo y Gerardo Álvarez
Ilustración: Víctor Solís, cortesía de Nexos
En noviembre del año pasado, durante la visita del presidente Petro a la Ciudad de México, las cancillerías de Colombia y México emitieron un comunicado conjunto en el que, entre otras cosas, expresaron que ambos países convocarán a una conferencia de mandatarios de Latinoamérica “con el objetivo de rediseñar y replantear la política de drogas”. Dicha convocatoria, puntualizó el propio comunicado, surge de la necesidad de reconocer “el fracaso de la lucha contra las drogas y la vulnerabilidad de nuestros pueblos ante esta problemática”. Este posicionamiento de política exterior parece incompatible con el tratamiento que actualmente reciben los temas de política de drogas por parte del gobierno de México. Por ejemplo, lejos de reconocer el fracaso de la guerra contra las drogas, las campañas de comunicación social sobre consumo problemático de sustancias son estigmatizantes, discriminatorias y parten de un enfoque evidentemente prohibicionista y punitivista, y los militares siguen desplegados en el territorio para llevar a cabo acciones antidrogas.