Ciudad de México /
Por Gabriela de la Torre García
Ilustración: Estelí Meza
En el artículo 41 de la Ley General de Educación se establece que la educación especial, además de estar dedicada a la población con discapacidad, también atiende a los alumnos con aptitudes sobresalientes. Cada vez más —en nuestro país— se reconoce a esta población que difícilmente consideramos como vulnerable, pero cuyas necesidades cobran más voz a través de miles de padres que quieren ver a sus hijos felices en la escuela. Y no es una cuestión de que los maestros no se esfuercen o no sean buenos en su profesión, sino de la falta de formación en el tema para dar una adecuada respuesta a niñas, niños y jóvenes que plantean un reto distinto.