Ciudad de México /
Por Ángeles Mastretta
Ilustración: Gonzalo Tassier, cortesía de Nexos
Cuando el temblor, hubo que sacar algunas para hacerles espacio a los juguetes y la ropa de los bebés huérfanos de casa que aquí tuvieron asilo a cambio de alegrías. Pero tanto quedó que los inermes armarios seguían como si nada. Sin poder defenderse de su carga. Hasta que hace poco pasó por aquí la ráfaga de instrucciones que puede caber en la cineasta y dijo como quien canta un aria de Puccini, Verdi sería una ligereza: “de esto que dejo, ya no necesito nada. Si alguien lo quiere se lo puede llevar”.