Ciudad de México /
Por Arnoldo Kraus
Ilustración: Kathia Recio
Uno de los principios fundamentales de la ética médica es la no maleficencia, i.e., no hacer daño. Salvo en las cárceles, en secuestros donde médicos amputan dedos, o al aplicar la pena de muerte, los galenos nunca quieren dañar. Tratar, cuando no es necesario, puede dañar. En nuestros tiempos, donde las modas y la presión social invitan a hacer y después de hacer seguir haciendo, parar un instante y reflexionar si tiene o no sentido prescribir, es necesario. Acompañar y escuchar puede ser más terapéutico que recetar.