Por: Cynthia L. Michel
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
Todo eso que hacemos “además de trabajar” es también trabajo, pero no es remunerado. En México, a ese trabajo no remunerado las mujeres le dedicamos más del doble de tiempo que los hombres: mientras que en promedio los hombres le dedican 15.2 horas a la semana, las mujeres le dedicamos en promedio 39.7 horas. Pero el que no se nos pague por hacer este trabajo no lo hace menos valioso. Por el contrario, ese trabajo —al que se le denomina “trabajo doméstico y de cuidados”—, es el que permite “el sostenimiento de la vida, la reproducción de la fuerza de trabajo y de las sociedades”. Este trabajo es fundamental para la producción económica de cada país. En México, el aporte económico del trabajo no remunerado equivale a un 27.6 % del PIB, es decir, más de una cuarta parte del valor total de los bienes y servicios producidos en el país. En nuestro país, una parte no menor de ese trabajo lo hacen mujeres que, además de cuidar a los suyos, cuidan en otros hogares, de forma remunerada, ya sea como su único trabajo (cuidadoras, niñeras) o como parte de sus labores como trabajadoras del hogar remuneradas. De todas las mujeres que cuidamos, ellas son quienes más necesidad tienen de una oferta pública de servicios de cuidados, y a quienes más afecta su ausencia.