Por: Alfonso Pabello, Mariana Cendejas y Ángeles Estrada
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
Ya sabemos que México tiene un grave problema no sólo para combatir, prevenir y sancionar la corrupción, sino para generar instituciones sólidas que terminen con la impunidad que prevalece. Resulta alarmante que del total de denuncias reportadas (17 088), sólo se hayan obtenido 34 sentencias condenatorias —0.2 % del total— por cohecho, coalición de servidores públicos, concusión, peculado, enriquecimiento ilícito y otros delitos por hechos de corrupción; y, que sólo una de las 32 fiscalías estatales —además de la FECC federal— haya recuperado activos. En los sistemas anticorrupción se introdujo el principio de autonomía —la libertad de acción de sus operadores— apostando a que resolvería en algún grado sus problemas institucionales e incrementaría su eficiencia. Y si bien se han dado pasos en esa dirección, los ciudadanos seguimos sin ver resultados tangibles en el combate a la corrupción.