Por: Paloma Merodio Gómez y Andrea Ramírez Santiago
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
En la actualidad, más de la mitad de la población mundial vive en zonas urbanas y, de acuerdo con proyecciones de Naciones Unidas, para 2050 hasta 68 por ciento de los habitantes del planeta residirán en ciudades. A la par de este incremento, existen altas tasas de crecimiento de la pobreza urbana. Una de las manifestaciones más evidente de la pobreza urbana en los países en desarrollo es la proliferación de zonas marginadas. El 30 por ciento de la población urbana de los países en desarrollo vive en este tipo de asentamientos (ONU-Habitat, 2014) y podría aumentar a 60 por ciento para 2050. En el caso de México, Naciones Unidas estima que alrededor de dos tercios de la población de la CDMX vive en dichas áreas. Estas zonas se caracterizan por tener diversos grados de carencias o privación en Servicios Básicos (agua, saneamiento, drenaje, electricidad), Condiciones Socioeconómicas (bajos ingresos, condiciones de vida precarias), Infraestructura Física (condición de las viviendas, ausencia o irregularidad de caminos, alta densidad de edificación, ubicación peligrosa, malas condiciones ambientales) y Otros como la tenencia y el hacinamiento. Es decir, que en las zonas marginadas hay problemas que incluyen condiciones precarias de saneamiento, viviendas densamente habitadas y en ubicaciones peligrosas, así como otras privaciones económicas y sociales.
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