Por: Sarelly Martínez Mendoza
Ilustración: Patricio Betteo, cortesía de Nexos
La carretera Tuxtla-Venustiano Carranza presenta similitudes con el Chiapas de zozobra actual. Sus primeros diez kilómetros corresponden a una autopista de cuatro carriles, después se angosta a una vía trazada en los setenta, salpicada de baches y de topes hasta el kilómetro 52, en donde está el mayor embalse de una presa hidroeléctrica en el país: la Angostura, que inundó al antiguo poblado de La Concordia, ahora también sumergido en la violencia. A partir del embalse aparece una moderna supercarretera que conecta con la cabecera municipal de Venustiano Carranza, poblado donde nació el gobernador Rutilio Escandón Cadenas. Aquí, en la antigua San Bartolomé de los Llanos, me detengo ante un bloqueo que mantiene OCEZ Carranza, una organización campesina que defiende su derecho a regularizar sus tierras comunales y a recibir programas sociales. Sus integrantes han sufrido represión y asesinatos. Cuentan que este bloqueo se debe a que dos de sus líderes están desaparecidos desde principios de junio. La causa, me dice un habitante del lugar, es que en los retenes de la OCEZ fueron detenidos camiones que transportaban migrantes: “Eso perjudicó a los cárteles locales que controlan el paso de indocumentados; en represalia los cárteles retuvieron a dos integrantes de esa organización”.