Creer que el populismo le ofrece a la democracia liberal un espejo para advertir sus fallas es, al mismo tiempo, subvalorar la razón populista y exagerar la crisis de representatividad de la democracia liberal. El diagnóstico ignora las claves de la razón populista. Las democracias liberales tienen muchos problemas y sus instituciones a menudo disfuncionan, pero eso no es lo que explica que los movimientos populistas surjan y florezcan. La desigualdad y la oligarquía plutocrática, ciertamente, le dan munición al populismo, pero su reclamo las trasciende y puede hasta incorporarlas. Por eso un plutócrata populista de derecha gobierna Estados Unidos. Ante los innegables déficit de las democracias liberales hay mucho que hacer, pero confundir las causas no es abrir los ojos; es incomprender críticamente al enemigo.
RSE