Xi Jinping, superhéroe chino

Su prioridad, el partido; su éxito ante el mundo, la férrea lucha contra la corrupción. Hoy se le considera el tercer gran líder de China en la era moderna.

En su primera reunión en abril, Xi Jinping, el presidente de China, trató de advertir a su contraparte estadounidense sobre lo peligroso que sería una confrontación con Corea del Norte. “Hemos peleado contra ellos muchas veces a lo largo de los siglos”, le dijo Xi a Donald Trump. “Hubo bajas terribles en ambos lados”.

Xi, de 64 años, quien inicia su segundo mandato de cinco años como líder del Partido Comunista gobernante en China, se refería a las periódicas guerras entre varios imperios chinos y reinos coreanos que datan del siglo IV antes de Cristo.

La lección, y otras interacciones de Trump con el presidente chino, dejaron una profunda impresión. “Es inteligente”, dijo más tarde Trump. También describió a Xi como “duro”.

Inteligente, duro, calculador y con muchos conocimientos de la historia, estos rasgos, que quedaron demostrados en los últimos cinco años, ayudaron a delinear a un hombre que hoy se considera como el gran centralizador y gobernante más poderoso de China desde Mao Zedong, el héroe revolucionario del partido.

Su imagen pública es dura. Un hombre popular entre las masas debido a su campaña contra la corrupción que devastó las filas superiores del partido. Pero el culto a la personalidad creada por los propagandistas del partido también lo presenta como un personaje cálido; algunas veces se refieren a él como Xi Dada o Tío Xi.

Antes de que Xi llegara al poder en noviembre de 2012, el mundo sabía muy poco sobre él. Lo que se conocía era que él y su padre, un funcionario de alto rango del Partido Comunista y viceprimer ministro durante la época de Mao, sufrieron durante la Revolución Cultural. Xi padre fue purgado y encarcelado: su hijo se unió a decenas de millones de otros jóvenes “relegados” que trabajaban en pueblos empobrecidos en todo el país.

El padre de Xi posteriormente fue rehabilitado por Deng Xiaoping, el arquitecto del programa económico de China “reforma y apertura”, y se convirtió en miembro del politburó del partido a mediados de la década de 1980.

Mientras tanto, Xi comenzó una carrera en el partido mucho más exitosa en 1982, como subdirector de un condado pobre en la provincia de Hebei. Aunque este “principito” del partido comunista más tarde se casó con una de las cantantes más famosas de China y envió a su única hija a Harvard, los biógrafos de Xi del partido juegan con sus primeras experiencias para presentarlo como el hombre del pueblo.

Al comienzo de su carrera, había señales de que Xi, al igual que la mayoría de los políticos chinos, era un ferviente nacionalista. “Hay algunos extranjeros, con las barrigas llenas, que no tienen nada mejor que hacer que tratar de señalar a nuestro país”, dijo Xi en una visita a México en 2009, cuando era vicepresidente. “China no exporta la revolución, el hambre o la pobreza. China tampoco es la causa de sus dolores de cabeza. ¿Qué otra cosa quieren?”.

Las tres políticas que definieron el primer mandato del presidente Xi fueron su campaña anticorrupción, una política exterior mucho más firme en la defensa de la “integridad territorial” de China y la determinación de reafirmar el dominio del partido en todas las esferas de la vida. El historial de Xi a la fecha dejó claro que no va a tolerar ninguna reforma, económica o política, que pueda debilitar el poder del partido.

“El gobierno, el ejército, la sociedad, las escuelas —el norte, sur, el este y el oeste— el partido es el líder de todos”, proclamó Xi en un discurso de tres horas y media el miércoles ante el congreso.

En su discurso maratónico ante el congreso, Xi no solamente se posicionó como el tercer gran líder de China en la era moderna, después de Mao y Deng, sino también como el heredero de una gloriosa tradición comunista que se remonta a los bolcheviques de Rusia. “Hace cien años, las salvas de la Revolución de Octubre trajeron el marxismo-leninismo a China”, dijo Xi, y señaló que el Partido Comunista Chino se fundó cuatro años después. “A partir de ese momento, el pueblo chino tuvo en el partido una columna vertebral para su búsqueda de la independencia nacional y la liberación, la prosperidad y la felicidad”.

De acuerdo con el arco de la historia de Xi, China está solamente a tres décadas de retomar el lugar tradicional, y por derecho, como una potencia económica y cultural en el mundo, con Estados Unidos atrapado en una espiral descendente que se aceleró con la elección e Trump.

Xi elogió a China como un modelo para “naciones que quieren acelerar su desarrollo mientras conservan su independencia”. En privado, muchos colegas del partido hablan de una manera mucho más directa. “El pueblo estadounidense eligió a una celebridad de 70 años sin una experiencia relevante”, le dijo uno de ellos al Financial Times. “Nuestro sistema obliga a hombres como Xi a demostrarse a sí mismos durante décadas en una serie de puestos cada vez más difíciles”.


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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