Los roles tradicionales en una de la familia eran muy claros: el papá era el que salía a trabajar para proveer de lo necesario mientras que la mamá se encargaba solo de la atención de su casa y familia. Pero las crisis económicas, la presión creciente por una mejor calidad de vida y el posicionamiento femenino en el mercado laboral están cambiando el paradigma.
Hace seis décadas, en 89.1 por ciento de los hogares en México había como jefe de familia un hombre, pero en 2020 el panorama muy distinto: ahora es 67.4 por ciento, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
Y aunque actualmente en muchos hogares el jefe de familia aún es un hombre, ya no basta su salario para cubrir las necesidades del hogar, pues su ingreso promedio de 2018 a 2020 se redujo 4.4 por ciento, mientras que el de las mujeres subió 1.4 por ciento en esos años.
Los especialistas consideran que son varios los factores que llevaron a la reestructura de los roles en las familia, desde la pobreza y el desempleo, así como una reeducación en torno a los derechos y roles sociales tanto femeninos como masculinos.
La Unicef señaló que tras la pandemia los hombres tuvieron que asumir una relación diferente en el hogar “mantener una relación que vaya más allá de proveer económicamente y participar en la crianza respetuosa”, algo que solo se dejaba a la mujer.
“El hombre dejó de ser el único que aporta ingresos a la unidad familiar. Cada vez son más las familias sostenidas por ambos cónyuges”, afirma María Ángeles Hernández Prados, académica de la Universidad de Murcia.
En su estudio Responsabilidad Familiar, ¿cuestión de género?, Hernández Prado explica que el cambio en la dinámica económica también obliga a compaginar la esfera pública, social y laboral con la responsabilidad de atender el hogar, así como la educación y el cuidado de los hijos”.
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Si bien las crisis económicas empujaron los cambios, “sería un error negar el peso que ha tenido la búsqueda de una igualdad en derechos entre hombres y mujeres que pugnaron por promover la corresponsabilidad de las labores entre género”, comenta la académica.
Diferencias geográficas
La reestructuración de roles aún no es homogénea, en el país pueden notarse las diferencias de adopción entre las entidades.
En 2020, el Inegi reportó que en la Ciudad de México 60 por ciento de los hogares son liderados por un hombre; mientras que en el Estado de México el porcentaje fue de 68 puntos, y en Jalisco sumaron 66 por ciento las familias con liderazgo patriarcal.
En contraste, los estados donde persiste la figura paternal en la familia son Nuevo León y Chiapas, ambas a la cabeza con 73 por cientos de los hogares con el hombre como único proveedor; y después le sigue Zacatecas, con 72 por ciento de hogares.
El ascenso femenino
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En esta transformación es importante mencionar que la
figura materna es la segunda (o la primera) al mandopara ayudar a brindar lo necesario a sus hogares.
Hacia 1960, sólo 10.9 por ciento de los hogares los encabezaba una mujer, pero ya en 2020 la cifra se triplicó a 32.6 por ciento, de acuerdo con el Inegi.
La participación de las mujeres en los ingresos trimestrales en 2016, representaba 36.6 por ciento, pero en solo cuatro años creció con mayor fuerza pues hacia 2020 la cifra fue de 39.6 por ciento. De hecho, en 33 por ciento de las familias la madre era el único ingreso, de acuerdo con el Inegi.
El Instituto Jalisciense de las Mujeres apunta que una vez que el género femenino dio el paso y se convirtió en “jefa de familia”, la frontera de la idealización del ser mujer que antes dibujaba y la hacía proyectarse en determinados roles ideales a seguir (como las labores domésticas), se desvanecieron rápidamente para delinear mayor autonomía.
“Ahora tendrá que dirigir todas sus fuerzas en comenzar a formar una coraza, que si bien antes esperaban que les proporcionará su pareja, ahora les toca a ellas formar, salir y llevarla consigo”, describe el instituto en un estudio sobre el tema.
AMP