Culpar a los extranjeros. Esto siempre acompaña al nacionalismo agraviado. Está en la prohibición de entrar a Estados Unidos (EU) a inmigrantes de siete países, gracias la orden ejecutiva de Donald Trump. Está en su proteccionismo. Un elemento de verdad -terrorismo y pérdida de empleo- refuerza la mentira. En el centro del debate sobre la política comercial se encuentran los empleos en el sector de fabricación.
El hecho más importante es la disminución constante de la proporción de empleos en la industria de manufactura de alrededor de 30% a principios de la década de 1950, a 8% a finales de 2016. La principal explicación es el aumento del empleo en otras partes. En 1950, el empleo en la manufactura era de 13 millones, mientras que en el resto de la economía era de 30 millones. Para finales de 2016, era de 12 millones y de 133 millones, respectivamente. Por tanto, todo el aumento en los empleos entre 1950 y finales de 2016 ocurrió fuera de la industria de fabricación.
Sin embargo, la producción de este sector de EU no se estancó, aumentó 640%, mientras que el empleo cayó 7%. Este contraste se debe al aumento de la productividad. Sin embargo, nadie propone nada para detener esto. De hecho, el problema más bien es el reciente estancamiento de la productividad: en el sector manufacturero, la producción por hora aumentó solamente 1% entre los primeros trimestres de 2012 y 2016.
Como resultado, el empleo aumentó un poco. Sin embargo, esto representa un mal resultado: la economía necesita elevar la productividad si quiere generar una mejora sostenida en los niveles de vida. Entre 1997 y 2005, el déficit comercial de EU en la fabricación aumentó en 2.6% del producto interno bruto (PIB). Pero en la actualidad se ubica prácticamente en el mismo nivel que en 2005, después de una reducción durante la crisis financiera. ¿Cuánto más grande sería la producción de la industria de fabricación si el aumento del déficit comercial no hubiera ocurrido? Hagamos el supuesto de que el impacto sobre el valor agregado es de alrededor de dos tercios del valor bruto de los bienes.
Entonces, el valor agregado en la manufactura podría ser alrededor de 1.7% del PIB más alto. Supongamos que el efecto sobre el empleo fuera proporcional. El número de empleos en la fabricación sería mayor en alrededor de 2.5 millones de lo que es en la actualidad. Esto podría haber evitado la mitad de la pérdida de los puestos de trabajo en la manufactura desde 1997 y aumentar la participación de la industria de la fabricación en el empleo a más de 10%. El incremento del déficit comercial a principios de la primera década de los 2000 tuvo un efecto significativamente negativo sobre el empleo de fabricación, pero casi nada sobre la caída a largo plazo de la participación del empleo general en la manufactura.
¿Qué parte del déficit se debió al TLCAN y la adhesión de China a la OMC? Bradford DeLong, de Berkeley, concluye que es una parte bastante modesta. Un análisis de Daron Acemoglu del MIT concluyó que el comercio con China provocó directamente la pérdida de cerca de 10% del nú- mero total de empleos en la industria de la fabricación entre 1999 y 2011.
Pero el análisis de los vínculos entre las empresas y el impacto sobre la demanda local genera efectos negativos mucho mayores de entre 2 y 2.4 millones de empleos, aunque estas cantidades todavía constituyen menos de 2% del empleo total. Surgen dos puntos. El primero de ellos es que el efecto de la competencia de las importaciones a menudo se concentra geográficamente. Esto es un reto importante en un país tan grande como EU. La mejor respuesta debe ser la combinación de ayuda a las comunidades afectadas para generar nuevas fuentes de empleo y ayuda a los trabajadores para adquirir habilidades y nuevos puestos de trabajo.
El segundo punto trata acerca de la necesidad de mantener la demanda y de esta manera asegurar que nuevos empleos que sustituyan a los antiguos. El punto de vista ortodoxo es que EU siempre puede lograr el empleo pleno mediante el uso activo de las herramientas de políticas fiscales y monetarias. La experiencia desde el 2000 sugiere que podría ser difícil.
Las políticas que propone Trump (proteccionismo y eliminación de la seguridad social) impondrán costos sobre los sectores no protegidos. Nada restablecerá el papel de la industria de fabricación como proveedor dominante de “buenos empleos”. Las importaciones baratas y la capacidad de suministrarlas también llevaron grandes beneficios a los consumidores nacionales y a los trabajadores extranjeros.
El enfoque correcto debe ser proactivo, no defensivo: abrir los mercados globales; obligar a los países con enormes superávits a depender más de la demanda interna y menos de la externa; ayudar a los trabajadores y a las comunidades que fueron afectadas por el cambio adverso; no abandonarlos; dejar de culpar a los extranjeros del “delito” de vender bienes baratos. Ese tipo de políticas tendrían mucho sentido. Por desgracia, no son lo que vamos a ver.
