Negocios

Talco y opioides, receta de J&J para perder confianza en el consumidor

La farmacéutica ha tendido “la cortina de humo más eficaz del capitalismo”, con la complicidad de reguladores, legisladores y medios, resalta libro preseleccionado a premio de Financial Times y Schroders

Una demanda colectiva contra Johnson & Johnson, que se presentó en el Tribunal Superior de Londres a principios de este mes, le abrió los ojos a muchos consumidores británicos ante una cruda, y para algunos sorprendente, realidad: la compañía estadunidense ya no es el proveedor intachable y confiable de productos básicos para el baño que alguna vez fue.

A J&J y su filial de productos de consumo, Kenvue, se les acusa de vender con conocimiento talco para bebés con asbestos, lo que provocó que algunas personas desarrollaran cáncer. En Estados Unidos, J&J ya trató de llegar a acuerdos en casos similares. Ambas compañías negaron las acusaciones en repetidas ocasiones.

Según la brillante narración de Gardiner Harris, J&J explotó un profundo vínculo de confianza con los consumidores, forjado en las primeras interacciones íntimas entre padres e hijos. La imperdonable traición a esa confianza se hace evidente en la historia del talco contaminado, cuya presencia y aroma alguna vez fueron omnipresentes en hogares de todo el mundo. Ocupa la primera sección de No More Tears, preseleccionado para el Premio al Libro de Negocios del Año de Financial Times y Schroders.

No More Tears: The Dark Secrets of Johnson & Johnson.  Gardiner Harris
No More Tears: The Dark Secrets of Johnson & Johnson, Autor: Gardiner Harris Editorial: Random House Precio: 25 libras/32 dólares Páginas: 464

Pero Harris, un antiguo reportero de The New York Times, va mucho más allá y profundiza, y no se anda con rodeos en su evaluación. “A todos los efectos, Johnson & Johnson era una empresa criminal”, sugiere. Compara a la empresa con la mafia, basándose en su crónica de muertes de pacientes, sobornos y programas ilegales de mercadotecnia de medicamentos en el pasado, pero añade que “ninguna mafia se ha dirigido sistemáticamente a las personas vulnerables que J&J explotaba”.

Sobre el papel de J&J en la epidemia de adicción a los opioides, Harris escribe que debe asumir más responsabilidad que Purdue Pharma y la familia Sackler.

Basándose en archivos secretos del gran jurado y entrevistas con denunciantes anónimos, Harris rastrea, con detalles a menudo inquietantes y profundamente documentados, la influencia maligna de lo que una vez se describió como una “empresa típicamente estadunidense” en la venta de productos de consumo, medicamentos de receta y dispositivos médicos supuestamente inseguros.

La credibilidad ha sido fundamental para el éxito de J&J, prácticamente desde que los hermanos Johnson fundaron la empresa como fabricante de parches medicinales (la raíz de la confiable marca Band-Aid de J&J) a finales del siglo XIX.

Más recientemente, el movimiento de propósito que arrasó en las empresas en la década de 2010 volvió a centrar la atención en su “credo”, una declaración de misión concebida por primera vez en 1943 y tallada en piedra en su sede. El retiro del mercado para su revisión de cientos de millones de frascos del analgésico Tylenol en 1982, luego de un incidente de manipulación que causó la muerte de siete personas, todavía se cita como un ejemplo de cómo hacer lo correcto, sin importar el costo. Una legislación especial del Congreso convierte a J&J en la única empresa del mundo que puede usar libremente el símbolo de la Cruz Roja en sus productos.

Harris reconoce algunas de las innovaciones en atención de salud que J&J aportó al mundo, desde tratamientos para el cáncer de próstata hasta lentes de contacto desechables. Sin embargo, describe este credo como una “manipulación corporativa a gran escala”. Respaldó la idea entre el personal de que J&J era “especial y buena”, y ayudó a convencer a reguladores y clientes, ya fueran médicos o particulares, de creer en las estrategias de venta agresivas de la firma para productos peligrosos o dañinos.

No encuentra evidencia de que este credo haya cambiado alguna vez una estrategia o una decisión corporativa importante. En cuanto al retiro del mercado para su revisión de Tylenol, sugiere que la manipulación pudo haber sido posible gracias a una violación en la red de distribución de J&J, lo que haría de la compañía una víctima menos inocente.

El papel de J&J en los analgésicos adictivos

El papel de J&J en la epidemia de adicción a los opioides es emblemático. Harris escribe que J&J debería asumir más responsabilidad, incluso que Purdue Pharma y la familia Sackler. Su participación en la difusión de analgésicos adictivos, respaldada por incentivos para médicos y académicos y sin la intervención de una Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) ineficaz y que se vio comprometida, está bien documentada, incluso en excelentes investigaciones, como Empire of Pain y Dopesick

A diferencia de algunos de los Sackler, de Purdue, los Johnson no ocuparon puestos directivos en su empresa después de principios de la década de 1960.

De hecho, la FDA aprobó el parche de fentanilo Duragesic de J&J cinco años antes que la tableta OxyContin de Purdue y pudo prever algunos de los riesgos. Sin embargo, J&J siguió imitando muchas de las tácticas de venta agresiva de OxyContin y continuó vendiendo tratamientos a base de opioides que eran susceptibles de abuso incluso después de que las consecuencias fatales fueran evidentes. Los médicos creían en los beneficios de los opioides, escribe Harris, porque “también eran respaldados y propagados por el conglomerado de atención de salud más grande y, para muchos, el más ético del mundo”. J&J dejó de comercializar Duragesic en 2008 y se unió a otras farmacéuticas para resolver miles de demandas relacionadas con opioides en EU, aportando hasta 5 mil millones de dólares sin admitir irregularidades.

Harris afirma que J&J tendió “la cortina de humo más eficaz del capitalismo”, con la complicidad de reguladores, legisladores y medios de comunicación. Los litigios y la mala publicidad golpearon con fuerza su reputación, alguna vez envuelta en un halo, pero las conclusiones de No More Tears son contundentes.

Entre otras soluciones, Harris sugiere restringir los incentivos que las farmacéuticas ofrecen a los médicos y poner fin al financiamiento directo de la industria a la FDA. Sobre todo, el caso de J&J “debe conducir a una reevaluación exhaustiva del mismo sistema en el que se permitió que el conglomerado prosperara”. Pero el caótico programa de salud de la segunda administración Trump, que asumió el cargo poco antes de la publicación del libro, seguro hará que dicha reevaluación sea menos probable.


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@The Financial Times Limited 2025. Todos los derechos reservados . La traducción de este texto es responsabilidad de Milenio Diario.

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