¿Las políticas comerciales proteccionistas de Donald Trump lograrán los objetivos que sus votantes esperan? La respuesta es no. La meta más importante de todas es crear un gran número de nuevos empleos en el sector de fabricación. Esta es la promesa que se ofreció a los antiguos trabajadores industriales y a los lugares en ruinas donde muchos de ellos viven. Por desgracia, es fraudulenta. Trump gobierna en su propio interés, pero también en el de la plutocracia, a la que muchos de ellos culpan, no del todo equivocadamente, de su difícil situación.
Robert Lawrence, de la Escuela Kennedy de Harvard y del Instituto Peterson de Economía Internacional, hace las cuentas en un artículo donde se pregunta cuánto empleo adicional se generará si el proteccionismo de Trump eliminara el déficit comercial en el sector manufacturero. Dado que los déficits son la obsesión del presidente, esta es la pregunta correcta.
El punto de partida de los cálculos es separar el valor agregado del valor bruto de las ventas, ya que es la producción del primero la que crea empleos. Así que, si un vehículo de motor fabricado en EU sustituyera a uno importado con un valor de 30 mil dólares, el valor agregado estadunidense (sin considerar los insumos no manufacturados, como las materias primas) sería de unos 15 mil dólares.
En 2019, las exportaciones brutas estadunidenses de productos manufacturados ascendieron a 820 mil 100 millones de dólares y las importaciones a un millón 605 mil 400 millones de dólares, lo que arroja un déficit de 785 mil 300 millones de dólares. Sin embargo, el valor agregado de las exportaciones estadunidenses fue de solo 456 mil 700 millones de dólares, mientras que el valor agregado extranjero de las importaciones fue de 860 mil 500 millones. Por tanto, el déficit en valor agregado fue de 403 mil 800 millones, poco más de la mitad del déficit bruto. Esta proporción parece mantenerse estable.
En resumen, señala Lawrence, el valor agregado neto del déficit comercial de productos manufacturados en 2024 fue de 21.5 por ciento de la producción estadunidense. Este sería el aumento del valor de EU si se eliminara el déficit comercial. ¿Cuánto empleo generará esto? Equivaldría a 2.8 millones de empleos, lo que representará un aumento de solo 1.7 puntos porcentuales en la participación de la fabricación en el empleo, hasta 9.7 por ciento del empleo total.
Pero la proporción de trabajadores de producción en el sector de fabricación en este caso es de solo 4.7 por ciento, mientras que los otros 5 puntos porcentuales consisten en gerentes, contadores, ingenieros, conductores, vendedores, etcétera. El aumento del empleo de los “hijos del trabajo duro” será solo de 1.3 millones, o apenas 0.9 por ciento del empleo estadunidense. Así que la montaña de aranceles de Trump puede trabajar, pero va a producir un ratón.
Son estimaciones aproximadas, pero optimistas. A menos que cambie el equilibrio entre producción y gasto, el déficit comercial no se reducirá en absoluto. La principal fuente interna de demanda que sustenta los déficits externos es el déficit fiscal. Por tanto, una condición necesaria para un menor déficit externo, sobre todo en una economía cercana al pleno empleo (que expulsa a los trabajadores del país e impide la entrada de nuevos), será un presupuesto federal más ajustado. El efecto neto de los aranceles y el Grande y Hermoso Proyecto de Ley sobre el déficit fiscal parece cercano a cero. Además, si se eliminara el déficit externo, Estados Unidos gastaría menos y se sentiría más pobre.
Peor aún, los aranceles son un impuesto sobre los bienes. En general, las personas más pobres gastan más en bienes que las más ricas: por tanto, los aranceles son regresivos. El proyecto de ley también es regresivo, tanto en impuestos como en gasto. Como enfatiza Paul Krugman, los recortes en el apoyo al seguro de salud que provocaron el cierre del gobierno afectarán a las personas a las que se supone que los aranceles deben ayudar. Esto es populismo para plutócratas.
Otro experto en comercio, Richard Baldwin, del IMD de Lausana, añade que lo que Trump intenta implementar es la industrialización generalizada por sustitución de importaciones que muchos países en desarrollo, en particular India y gran parte de América Latina, intentaron y abandonaron hace décadas. Lo descartaron porque fracasó. Las industrias protegidas no alcanzaron a las expuestas a la competencia global y con mayor capacidad para explotar los mercados globales: se quedaron aún más rezagadas. Con el tiempo, algo similar ocurrirá incluso en EU, sobre todo por su rechazo a la ciencia y el abandono de las energías limpias. El proteccionismo de Trump es un crimen y una locura.
Como dijo el filósofo Heráclito, no se puede bañar dos veces en el mismo río. La nostalgia no es una estrategia: el pasado no puede regresar. Como señalé en noviembre pasado, será imposible recuperar los empleos industriales perdidos. La proporción en la industria disminuyó incluso en países con grandes superávits comerciales. En los ricos, la demanda de bienes manufacturados crece con relativa lentitud, porque la gente desea servicios, mientras que la tecnología reduce la necesidad de trabajadores de producción. En el largo plazo, estos últimos seguro serán casi todos robots.
No cabe duda de que la desindustrialización creó grandes problemas sociales y políticos. De hecho, si comparamos la disminución de oportunidades en la industria para los hombres con menor nivel educativo con el aumento de la proporción de la población con educación superior, podemos ver un motor del populismo de derecha actual. Trump y otros como él son una de las consecuencias. Son bastante brillantes al explotar el resentimiento de los “rezagados” contra aquellos a los que Thomas Piketty y otros llaman la izquierda “brahmán”.
La tragedia es que los populistas no ofrecen soluciones. Solo explotan la ira y la frustración de las clases trabajadoras en declive para su propio beneficio y el de plutócratas egoístas. El proteccionismo insensato de Trump es el ejemplo perfecto de este enfoque. Como señaló HL Mencken, “siempre hay una solución para cada problema humano, clara, creíble y errónea”. Los aranceles son un ejemplo supremo de esta falsa solución. La gente sensata debe ahora encontrar una que sea mucho mejor.