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El pluto-populismo de Estados Unidos al descubierto

Para tanto ruido y pocas nueces, Trump gobierna como un republicano tradicional.

Los primeros 100 días de la presidencia de Donald Trump trajeron algunas noticias buenas y otras malas. La buena es que a pesar de lo caótico, gobierna más como un republicano ortodoxo de la era posterior a Reagan de lo que se esperaba. La mala es que gobierna más como un republicano ortodoxo de lo que se esperaba.

La idea de reconstruir la infraestructura de EU se desvaneció. El proteccionismo comercial parece tibio. Pero la desregulación es un objetivo. Lo mismo ocurre con la reforma fiscal, con la conocida combinación de concesiones sin fondos y el pensamiento mágico en los déficits. Las políticas de Donald Trump se parecen más a las de Reagan, pero desde un punto de partida menos favorable.

Al anunciar el plan fiscal, la Casa Blanca reforzó la experiencia que hay con su administración. Es difícil pensar en otro gobierno que anuncie reformas radicales de un sistema fiscal en un documento de una página tan superficial como este. Sería para reírse si no fuera por lo perjudicial que es para la reputación de EU. El plan debe estar muerto antes de llegar al Congreso, en gran parte porque no está vivo.

Sin embargo, la única página que publicó la Casa Blanca la semana pasada contiene ideas muy similares a las de Trump como candidato. Esto hace posible regresar al análisis del Centro de Política Fiscal (TPC, por sus siglas en inglés). Si bien tenemos pocas razones para esperar que un plan como este entre en vigor, ese primer análisis ayuda a comprender qué tan lejos se mantiene el punto de partida de esta administración del sentido común en la política fiscal.

Comenzando con los efectos sobre el déficit fiscal. Según el TPC, el plan elevaría el déficit federal a 3% del PIB mientras se mantenga en vigor. Pero, según el FMI, EU ya maneja un déficit estructural de gobierno de 4% del PIB, que se proyecta aumente a 6% a principios de 2020.

Con la suma de los recortes fiscales propuestos, un déficit estructural de gobierno general podría encontrarse muy por encima de 8% del PIB en la década de 2020. Esto puede provocar un explosivo aumento de deuda. No se debe permitir que eso ocurra, sobre todo porque la deuda neta del gobierno general de EU hoy es de más de 80% del PIB, en comparación con 45% antes de la crisis y de un nivel mucho menor cuando Reagan entró a la presidencia.

Se tiene que reducir el déficit estructural, no aumentar. Sin embargo, el impulso fiscal no tiene la intención de ser temporal y también se dará cuando el desempleo sea de 4.5% de la fuerza laboral. Eso será del peor tipo, en el peor momento.

Como respuesta, sus defensores sugieren que el plan podría pagarse por sí solo, a través del aumento de la actividad. Dada la baja tasa de desempleo, esto parece poco probable. Sin embargo, el secretario del Tesoro de EU, Steven Mnuchin, sugirió que, junto con otras políticas de la administración, los recortes fiscales pueden aumentar la tendencia de crecimiento a 3%, en comparación con la tendencia actual de 2%.

Ese aumento en el crecimiento sería de ayuda. Pero es poco probable, por las razones que explicó Jason Furman, ex presidente del Consejo de Asesores Económicos, quien argumenta que para nada sería suficiente para revertir el descenso de la participación de la fuerza laboral.

También tendría que haber un aumento de crecimiento de la producción por hora de 1.2%, que se logró en la década pasada, a 2.8%. Este nivel de crecimiento fue extremadamente raro en el pasado. Sería una locura que los responsables de las políticas solo supongan que va a ocurrir.

La cuestión es si estos enormes recortes fiscales pueden compensarse en otras partes. El impuesto de ajuste fronterizo para el impuesto sobre la renta de las empresas ahora parece una idea muerta. La única solución serían enormes recortes en el gasto. Reducir el gasto 2.5% del PIB significaría un recorte en el gasto federal de 12%. Pero casi 90% de ese gasto se destina a defensa, salud, seguridad de ingresos, prestaciones a los veteranos, seguridad social e intereses. El gobierno federal, en muchas áreas, se desaparecerá.

Las propuestas de impuestos también parecen regresivas. Según el TPC, el 0.1 de arriba de la distribución del ingreso podría recibir un recorte fiscal promedio de 14.2% de los ingresos después de impuestos, mientras que para los hogares de ingresos mediossería de 1.8%. Entre los cambios regresivos estaría la derogación de la alternativa del impuesto mínimo, la derogación de los impuestos a los inmuebles y enormes reducciones a las tasas de impuestos a las empresas, incluyendo las llamadas empresas de paso.

Eso es lo que debe darse por sentado. Esa es la doctrina de Trump. También es la vieja doctrina republicana en su forma más pura.

Trump ganó la nominación con la promesa de ser un tipo diferente de republicano. No lo es. Lo que logró es hacer que el truco del “señuelo y cambiar” sea más evidente. Los republicanos en la etapa posterior a Reagan llegaron a la base mediante campañas en asuntos culturales, mientras que legislaban para 1% de arriba. Eso es el “pluto-populismo”. Trump agregó el gasto de infraestructura, el proteccionismo comercial y el apoyo para Medicare y la seguridad social. Pero también planea tener resultados para 1% de arriba.

El pluto-populismo es políticamente muy eficaz. Pero funciona mientras hace que las bases se enojen cada vez más y se desesperen más. Eso es jugar con fuego político. La república puede sobrevivir a Trump. Pero, ¿qué va a ocurrir después?


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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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