Mark Carney, quien continuará como primer ministro de Canadá tras obtener los liberales la victoria parlamentaria el lunes, tiene en su agenda de desafíos inmediatos estructurar una estrategia para contrarrestar el embate arancelario de Donald Trump y de su narrativa anexionista.
En ese escenario, México se perfila como un aliado natural para defender intereses en común como el T-MEC.
Carney ve necesario renegociar y fortalecer el T-MEC
Sobre el tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, Carney ha enfatizado la importancia de fortalecer y mantener sus beneficios, especialmente en el contexto de las tensiones por la guerra comercial.
Por lo mismo, el primer ministro de Canadá ha planteado a Trump la necesidad de renegociar bajo nuevas bases de relación entre los dos países pero, reconoce el premier, sin dejar de lado al gobierno de Claudia Sheinbaum.
Carney y la Presidenta de México coinciden en la necesidad de proteger la competitividad de América del Norte y respetar la soberanía de cada nación.
El sucesor de Justin Trudeau ha expresado su compromiso e interés en aumentar el comercio bilateral con México para contrarrestar las políticas comerciales restrictivas de Trump.
Su enfoque busca preservar la integración económica de la región, que considera esencial para la competitividad global.
Carney ha priorizado fortalecer las relaciones bilaterales con nuestro país, tanto en el marco del T-MEC como en iniciativas bilaterales como la Alianza México-Canadá, que promueve la cooperación en sectores como comercio, inversión, minería, automotriz y agricultura.
¿Quién es Mark Carney?
El premier canadiense, de 60 años, nació en Fort Smith, Territorios del Noroeste, y se crio en Edmonton, Alberta. Sus padres eran profesores. Comenzó su carrera en finanzas antes de incorporarse al servicio público de Canadá.
El político liberal es conocido por su extensa experiencia en gestión económica y financiera, habiendo sido gobernador del Banco de Canadá de 2008-2013 durante la crisis financiera global y del Banco de Inglaterra —primer extranjero en encabezarlo— de 2013-2020 durante el brexit.
Antes de entrar en la política, también trabajó en el sector privado, incluyendo un periodo en Goldman Sachs, y fue enviado especial de la ONU para la acción climática.
Su perfil técnico, combinado con su falta de experiencia política previa, lo convierte en una figura atípica, pero estratégica para liderar Canadá en un contexto de tensiones comerciales y desafíos globales.
Carney es visto como un negociador experimentado, con un enfoque pragmático y orientado a resultados, aunque algunos críticos lo acusan de estar desconectado de las preocupaciones de los canadienses comunes debido a su trayectoria elitista.
Mark Carney está casado con Diana Fox Carney, una economista británica-canadiense especializada en políticas climáticas y desarrollo, con quien contrajo matrimonio en 1994.
La pareja se conoció mientras jugaban hockey sobre hielo en la Universidad de Oxford. Tienen cuatro hijas: Cleo, Tess, Amelia y Sasha.
Postura de Carney ante política migratoria
Para Carney, la política migratoria implica “poner orden” al sistema canadiense, lo que supone que habrá rasgos restrictivos en comparación con las políticas de Trudeau.
Así, su objetivo es regresar a niveles de inmigración “sostenibles” previos a la pandemia de covid-19.
Por su parte, argumenta que el aumento descontrolado de trabajadores temporales, estudiantes internacionales y nuevos residentes ha sobrepasado la capacidad de Canadá en términos de vivienda, atención médica y servicios sociales.
Además, crítica la dependencia de las universidades en estudiantes extranjeros debido a la falta de financiamiento provincial, abogando por mayor apoyo económico a estas instituciones para reducir esta práctica.
En relación con su visión del comercio exterior, Carney ha adoptado una postura firme frente a las políticas proteccionistas de Estados Unidos, particularmente tras los aranceles impuestos por el presidente Donald Trump en 2025.
Además, aboga por diversificar los socios comerciales de Canadá más allá de su vecino y ve en Europa, Asia y América Latina la opción para reducir la dependencia de su comercio con Estados Unidos, al que ha calificado como un “socio no confiable”.

KL