A la hora acordada, las 2 de la tarde, me siento en el privado del restaurante de mariscos y carne McCormick & Schmick’s en Chicago, mi teléfono móvil suena. Es el asistente de Bern Bernanke. No estoy en el lugar correcto. Esta es una cadena de restaurantes. Fui al equivocado. Me toma cinco minutos llegar al lugar correcto. El restaurante está casi vacío.
Bernanke, de 61 años, me espera. Me he reunido con él frecuentemente desde que se convirtió en gobernador de la Reserva Federal de Estados Unidos en 2002. Siempre es el académico que delibera. Fue una agradable casualidad que este académico, conocido por su trabajo en la Gran Depresión, fuera el presidente del banco central de EU durante la mayor crisis financiera desde principios de 1930. En su nuevo libro, The Courage to Act (“El valor de actuar”), ofrece un fascinante recuento de los esfuerzos para salvar al mundo de otra catástrofe.
La mesera toma la orden. Elijo el pez espada a la plancha con papas, cebollas y coles de Bruselas. Elige un halibut a la parrilla con ejotes, queso azul y puré de papas. Le pregunto, cuánto tiempo le tomó recuperarse después de salir de la Reserva Federal, “cerca de 24 horas”, dice. “Alivio es una palabra fuerte, pero estoy muy feliz de ser de nuevo un civil. Sigo muy de cerca lo que sucede en la economía, lo que sucede en la FED. Pero ya no tengo la responsabilidad de tomar decisiones difíciles”.
¿Le gustaría asesorar a sus sucesores? “No, no. Tengo mucha confianza en ellos y estoy seguro de que tomarán buenas decisiones”.
Le pregunto cuánto le afectó la furia populista en su contra. El gobernador de Texas, Rick Perry, acusó de traición a Bernanke cuando el gobernador buscaba la nominación presidencial en 2011. “No me afectó mucho”, responde. “Sabía que todo era “hablar sin pensar’. Aunque lo que me preocupó fue la posibilidad de que la Reserva Federal pudiera estar bajo un fuerte ataque político o perder su independencia. Nunca me sentí bajo ninguna amenaza”.
“Una de las funciones clave de la Reserva Federal es actuar rápidamente y de forma proactiva cuando el proceso legislativo es demasiado lento. Y la Reserva Federal se estableció para hacer frente a los pánicos financieros, no para hacer la política monetaria. Hice mi mayor esfuerzo para llevar nuestra historia al público general. Tal vez, en retrospectiva, debería haber hecho más. Pero estaba muy ocupado tratando de apagar el fuego. Así que no sé qué decir. Es un poco predecible. Creo que lo hicimos mucho mejor que en la década de los 30”.
Muchos críticos se quejan de que la Reserva Federal salvó a los ricos y a los banqueros y dejó que se ahogaran las personas comunes. “La creciente desigualdad es un tema importante para EU”, dice, “pero es una tendencia de largo plazo que se remonta al menos a la década de 1970. Y la idea de que la Reserva Federal de alguna manera enriqueció a los ricos a través del aumento de los precios de los activos no se sostiene, por dos razones: la Fed básicamente regresó el precio de los activos y cosas similares a la tendencia, y que la razón de que los precios de las acciones son altos es porque los rendimientos son bajos”.
“Es irónico que la misma gente que critica a la Fed por ayudar a los ricos, también critica a la Fed por lastimar a los ahorradores. Pero, ¿cuál es la alternativa? ¿La Reserva Federal no debe intentar apoyar la recuperación?”, y continúa, “si las personas son infelices con los efectos de los bajos intereses, deben presionar al Congreso para que haga más en el aspecto fiscal, y así tener una mezcla menos desequilibrada de política fiscal monetaria. Este es el cuarto o quinto argumento en contra de la expansión cuantitativa después de que se demostró que todos los demás se equivocaron. Y esto no es un argumento para que la Reserva Federal no haga algo y deje que el desempleo permanezca en 10%”.
Agregó que muchos críticos todavía esperan una hiperinflación en cualquier momento. “Estábamos bastante confiados desde el principio que no habría un problema de inflación. Y, por supuesto, el mayor problema es tener una inflación superior al objetivo. En cuanto a permitir que la economía colapse, este es el argumento de Andrew Mellon para la década de 1930. Y yo creo, que sin duda no tiene credibilidad entre los economistas convencionales. Una Gran Depresión no va a fomentar la innovación, el crecimiento y la prosperidad”.
¿La culpa de estos errores recae en la política monetaria previa a la crisis, sobre todo, en centrarse en la inflación, o con el que se le asocia estrechamente? “La primera parte de una respuesta es preguntar si la política monetaria fue, de hecho, un importante contribuyente para la burbuja inmobiliaria y todo lo que pasó”.
Estudios serios que analizan eso no encuentran que ese sea el caso. Personas como Bob Shiller (un galardonado con el Premio Nobel) dice que “No fue la política monetaria en lo absoluto, provino de la manía, un fenómeno psicológico, que surgió con el auge de la tecnología y se movió al de la vivienda”.
Bernanke continúa: “El segundo argumento general es que, si bien creo que la Fed tuvo algo de complicidad, no fue tanto su política monetaria, sino que junto con otros reguladores, no restringió los créditos hipotecarios incobrables y la excesiva toma de riesgos que penetraron en el sistema. Esto, junto con las vulnerabilidades estructurales en los mercados de inversión, llevaron al pánico”.
Entonces, la culpa es de una regulación laxa. ¿Se solucionó el problema? “Creo que es un proyecto en marcha. No puedes esperar identificar de antemano todas las vulnerabilidades. Y de cualquier forma, todo lo que puedes hacer para que el sistema sea más resistente va a ser de ayuda. Si tuviera que elegir un solo cambio que nos movió hacia la dirección correcta, sería el incremento de capital en los bancos más grandes, lo que significa que tienen más probabilidad de soportar cualquier crisis que exista”.
El fallecido Hyman Minsky, señalo, argumentó que “la estabilidad desestabiliza”. Entonces, ¿la idea misma de una “gran moderación” provoca un comportamiento imprudente? Responde que “un comportamiento individual racional puede ser colectivamente irracional. Y por eso los reguladores tienen que hacer lo que puedan para controlar el comportamiento individual, para que eso no lleve a un resultado irracional colectivo”.
Algunos argumentan que el sector financiero está plagado de incentivos perversos: una responsabilidad limitada; exceso de apalancamiento; bancos “demasiado grandes para quebrar”; y una gama de garantías explícitas e implícitas. ¿Qué tanto está de acuerdo? “Hay dos maneras de deshacerse del ‘demasiado grande para quebrar’. Una es tener mucho capital. Y el otro enfoque es a través de la autoridad de liquidación en la ley Dodd-Frank (en la que las finanzas de los bancos en quiebra pueden reorganizarse sin un rescate financiero)”. Pero, agrega, “Si reduces las firmas al tamaño de un banco comunitario, pierdes funcionalidad. Además, no le pones un alto a los pánicos financieros, porque tuvimos pánicos financieros en la década de 1930”.
Entonces, ¿qué tanto capital debe haber en los bancos? Algunos economistas creen que debe ser 20% de los activos o un tercio. “Tim Geithner estaba a favor de un mayor capital”, responde. “Sin duda yo estaba a favor de más capital. Creo que progresamos mucho. Aunque estos son debates y decisiones internacionales. Otros países se inclinan menos a sumar capital. Pero no lo haría con un número arbitrario. Lo que haría es una prueba de estrés, debido a la cantidad de capital que necesitas tener depende del tipo de activos y del tipo de negocios que tienes. Y si es un ratio de apalancamiento fijo, entonces vas a tener todos los incentivos para aumentar el riesgo”.
Le pregunto si confía en que la mejora en la resistencia de los bancos es la adecuada. “Es una locura predecir que todo va a estar bien, porque si está bien, en este caso nadie recuerda tu predicción, o si algo pasa, y entonces…” Recuerdan tu predicción, interrumpo.
Bernanke continúa: “Mi mentor, Dale Jorgenson (de Harvard), solía decir que ‘si nunca pierdes un vuelo, vas a pasar demasiado tiempo en los aeropuertos’. Si descartas la posibilidad de cualquier tipo de crisis, entonces probablemente reduces demasiado el riesgo, en términos de crecimiento y de innovación en la economía”.
Me dirijo, finalmente, a la que tal vez sea la pregunta más importante sobre la crisis. ¿Se podría haber evitado la quiebra de Lehman en septiembre de 2008? “No”, responde con firmeza. “Era totalmente inevitable. Sin un comprador no había garantías de sus pasivos. Así que nadie les iba a prestar. Hubo un análisis completo de los acreedores, de todas las contrapartes, de todos los clientes. Y si teníamos que prestarles dinero y de alguna manera conjurar alguna garantía falsa, en violación de la ley, habríamos terminado como dueños de la firma y no habría sido una empresa viable”.
Bajo la presidencia de Bernanke, la Fed, a pesar de sus errores antes de la crisis, se ayudó a salvar a Estados Unidos y al mundo de un desastre. La humanidad debería estar agradecida, pensé al salir. La humanidad, al ser humana, en su mayoría no lo está.