Si Donald Trump llega a convertirse en el presidente de Estados Unidos (EU), probablemente sustituya a Janet Yellen como presidenta de la Reserva Federal (FED) en febrero de 2018.
Esto, dijo el probable candidato presidencial republicano, no es personal, sino político.
“No tengo nada en contra de Janet Yellen, en lo absoluto; creo que está haciendo su trabajo”, dijo. Pero agregó, “no es republicana... cuando llegue el momento quizá la sustituya porque creo que eso es lo adecuado”.
Sería raro que un presidente se niegue a volver a nominar a un presidente de la FED. Ronald Reagan volvió a nominar a Paul Volcker, quien fue nombrado por Jimmy Carter. Bill Clinton, volvió a nominar a Alan Greenspan, a quien nominó Ronald Reagan. Barack Obama volvió a nominar a Ben Bernanke, quien la recibió de George W. Bush.
Sin embargo, cuando Reagan y el presidente Obama sustituyeron a los presidentes que heredaron, eligieron a personas de su partido. Si Trump fuera presidente, haría eso en lugar de esperar como lo hicieron Reagan y Obama, algo que difícilmente sería descabellado.
Por otra parte, ni el lenguaje de Trump al hablar sobre Yellen y la FED, ni sus opiniones sobre las tasas de interés tienen eco de las amenazas que hizo Rick Perry en 2011, entonces gobernador de Texas. En esa época, describió los esfuerzos de la FEDde Bernanke para evitar una depresión como “casi una traición”.
De hecho, tales han sido los sinsentidos que surgen del partido republicano -como el caso de regresar al estándar del oro, una de las ideas favoritas de Ted Cruz, o sobre el inminente peligro de una explosión inflacionaria y la necesidad de cortar las alas de la FED- que Trump suena bastante sensato.
Por desgracia, esto no es cierto, respecto de sus opiniones sobre la deuda de EU. Parece tener la idea de que podría diseñar un descuento sobre la deuda a través de la amenaza del repudio. Un presidente que confunde el financiamiento de los acuerdos inmobiliarios y el de EU es “un arma financiera de destrucción masiva”, para citar el célebre comentario de Warren Buffett sobre los derivados.
Es más, incluso si el presidente estuviera en su derecho de reemplazar al presidente de la FED, es una mala idea politizar de forma tan explícita este nombramiento. No debe haber presidentes de la FED republicanos o demócratas, sino buenos y malos.
Es peor convertirla en un lame duck (cuando una persona carece de maniobra e influencia porque no tiene la posibilidad de ser nominada). La credibilidad de la FED y la previsión de sus políticas son asuntos de gran importancia. Saber que se va a reemplazar al director de la institución mina su autoridad. Así que incluso si esto es lo que va a hacer, debería reservarse sus opiniones. Pero sin duda, eso es pedir demasiado.
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