Era un 13 de marzo del 2013 cuando la fumata negra que se desbordaba por la chimenea de la Capilla Sixtina se convirtió en blanca. “¡Habemus Papam!”, proclamó el Cardenal Jean-Louis Tauran para presentar a Jorge Mario Bergoglio como el nuevo pontífice de la Santa Sede.
“El deber del cónclave era dar un Obispo a Roma. Parece que mis hermanos Cardenales han ido a buscarlo casi al fin del mundo”, dijo entre risas el Papa oriundo de Buenos Aires, Argentina; el ‘Papa de las Américas’ que en el cónclave apostó por una iglesia reformada.

Pese a ser uno de los temas más abordados en las Congregaciones Generales previas al cónclave del 2013, la necesidad de una reforma económica al Vaticano se ha puesto sobre la mesa “en el pasado por varios Cardenales”, en palabras del propio Francisco. De ahí que, según expertos, la visión del argentino lo habría catapultado para convertirse en el sucesor de Benedicto XVI.
El preludio del “nuevo gobierno”

Las primeras acciones se dieron pocos meses después del ascenso de Bergoglio. En una carta del Vaticano de julio del 2013 se anunció el arranque de las reformas a la Santa Sede enfocadas a “simplificar y racionalizar los organismos existentes” de la iglesia, así como a “programar activamente las actividades económicas de todas las administraciones vaticanas”.
Así fue que en febrero del 2014 se instaló una comisión para analizar la estructura económico-administrativa— integrada por ocho expertos en materia jurídica, económica, financiera y organizacional—, cuyos resultados derivaron en la Nueva Estructura de Coordinación de los Asuntos Económicos y Administrativos de la Iglesia y del Estado de la Ciudad del Vaticano.

La reestructuración implicó la creación del Consejo de Asuntos Económicos para supervisar la gestión financiera y vigilar las estructuras y actividades administrativas de la Curia Romana (órganos de gobierno de la Santa Sede), las Instituciones relacionadas y del estado de la Ciudad del Vaticano.
Asimismo se fundó la Secretaría de Asuntos Económicos de la Santa Sede, responsable de rendir cuentas ante el Santo Padre (el Papa) y llevar a cabo el control económico y vigilancia de los entes de gobierno; de las políticas y procedimientos de adquisiciones, y de la distribución de recursos humanos.
Inicialmente el Papa Francisco había nombrado a George Pell como el Cardenal Prefecto de la recién creada Secretaría, aunque en 2018 fue declarado culpable de delitos sexuales contra menores e ingresó a prisión en 2019. Ante la sentencia, el pontífice le prohibió el ejercicio público del ministerio sacerdotal y el cargo de Prefecto lo asumió el jesuita español Juan Antonio Guerrero Alves hasta su renuncia por “asuntos personales” en 2022. Actualmente la dependencia está encabezada por el economista español Maximiliano Caballero Ledo, quien es hoy en día uno de los laicos con mayor poder en el Vaticano.

Una preocupación “cercana al corazón”
En 2024 se cumplió una década desde el arranque de la reforma que llevó de estandarte el lema “La iglesia reformada, siempre reformándose” (Ecclesia semper reformanda). “Sabemos la dedicación y la labor de las mujeres y hombres comprometidos a adaptar este movimiento de renovación“, reconoció el Papa en una carta dirigida al Colegio Cardenalicio.
Sin embargo, el camino aún era largo y por ello exhortó a hacer un “esfuerzo extra” para alcanzar el “déficit cero” a través de recortes presupuestales, evitando los costos superfluos y priorizando las necesidades; lo cual le valió de críticas internas, según reportó Reuters.
“Les pido que acojan este mensaje con valentía y espíritu de servicio, así como apoyar las siguientes reformas con convicción, lealtad y generosidad”, pidió el Pontífice.
EL DATO...¿Cómo obtiene recursos el Vaticano?
La Constitución del Estado de la Ciudad del Vaticano estipula dos principales instituciones financieras de la Santa Sede: el Instituto para las Obras de Religión (IOR)— conocido como el "Banco del Vaticano"— y la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA). Asimismo los ingresos provienen del donaciones de las Iglesias más ricas (Estados Unidos, Italia, Alemania, España y Corea del Sur), así como de las donaciones de las diócesis y fieles de todo el mundo—conocidas como Óbolo de San Pedro.

En su Informe Anual 2022 el IOR reportó un beneficio neto de poco más de 29 millones de euros en utilidades, sin embargo, el déficit que el Vaticano ha arrastrado por años cerró en 83 millones a ese corte.
Ante aquel rezago fue que en noviembre del 2024 Francisco hizo un llamado urgente a implementar “medidas estructurales (...) que no pueden posponerse más para lograr la sustentabilidad en el Fondo de Pensiones”. Una preocupación que describió como “particularmente cercana a su corazón”.
“Esto significa que el sistema actual no es capaz de garantizar en el mediano plazo el cumplimiento de la obligación de pensiones para futuras generaciones”, resaltó y nombró al Cardenal Kevin Farrell como el administrador único del Fondo de Pensiones.

Cabe señalar que el Papa Francisco ha reducido los salarios de altos cargos del Vaticano desde el 2021: en ese año se rebajó un 10% para los Cardenales; 8% para los empleados de la Santa Sede y el Governatorato, así como de jefes y secretarios de los dicasterios, y 3% para clérigos o religiosos.
En tanto, otro recorte entró en vigor a partir del 1 de noviembre del 2024 al ya no expedirse el “bono secretarial” y la “compensación de oficina” que recibían en sus ingresos mensuales. Según el medio Europa Press, esta última medida significaría para el Vaticano un ahorro de 180 mil euros al año.
ASG