El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sorprendió ayer con una tensa e inesperada conferencia de prensa en la anunció que la próxima semana habrá una nueva acción ejecutiva para “proteger” el país, criticó el “desastre” heredado dentro y fuera del país, y cargó contra la “deshonestidad” de los medios.
“El público ya no les cree. La prensa está fuera de control, el nivel de deshonestidad está fuera de control”, apuntó Trump en un extenso encuentro con los periodistas en la Casa Blanca, convocados apenas con una hora de antelación a un acto que no estaba en la agenda diaria presidencial.
Así dio inicio a su cuarta conferencia de prensa desde que tomó posesión el 20 de enero, de hora y media de duración, y durante la cual no rehuyó la confrontación ni las principales polémicas que rodean a su gobierno.
“Vamos a emitir una nueva acción ejecutiva la semana próxima que protegerá de forma exhaustiva a nuestro país”, declaró Trump sobre la fallida prohibición de entrada de refugiados a EU y la concesión de visados a ciudadanos de siete países de mayoría musulmana y que ha sido bloqueada temporalmente por un tribunal de apelaciones.
De este modo, daba marcha atrás en su promesa de llevar el caso ante la Suprema Corte y reafirmó su opinión de que el “único problema” de la medida, que despertó la indignación internacional, fue encontrarse con “un mal tribunal”.
Trump, quien afirmó que se dirigía directamente a los estadunidenses, ya que los periodistas eran meros invitados, aprovechó la ocasión para sacar pecho de sus primeras cuatro semanas en la Casa Blanca, al remarcar que “nunca ha habido una presidencia que haya hecho tanto en un periodo tan corto de tiempo.
“Para ser honesto, heredé un desastre, es un desastre, en casa y en el extranjero”, dijo el magnate en clara referencia a la pasada administración de Barack Obama.
Además rechazó la existencia de caos y fricciones en la Casa Blanca, y consideró que el gobierno funciona como “una máquina perfectamente engrasada”, pese a la renuncia esta semana, tras apenas 24 días en el cargo, de su asesor de Seguridad Nacional, Michael Flynn.
El general retirado dimitió el pasado lunes tras conocerse que mintió al vicepresidente, Mike Pence, y a otros altos cargos del gobierno sobre sus conversaciones con el embajador ruso en 2016 en Washington, Serguéi Kisliak, con quien habló sobre las sanciones contra el Kremlin que Obama impuso antes de dejar la Casa Blanca.
“Es un proceso ilegal, y los medios deberían sentirse avergonzados. Pero lo que es más importante es que la gente que dio esa información a la prensa debería sentirse avergonzada”, agregó.
Acerca de las informaciones de contactos de su campaña o sus familiares con funcionarios rusos, revelados por The New York Times, Trump insistió en que se trata de “noticias falsas”: “No tengo préstamos en Rusia, no poseo nada en Rusia, no tengo acuerdos en Rusia”, zanjó.
En su cuenta de Twitter, Trump prometió que encontrará “a los desgraciados que filtran información”, especialmente si se trata de “asuntos confidenciales”.
El vicealmirante Robert Harward, quien habría sido elegido por Donald Trump para ser su consejero de Seguridad Nacional, rechazó ayer el puesto en remplazo de Flynn, aseguraron anoche los medios estadunidenses.
Ayer, Trump designó al cubano-estadunidense Alexander (Alex) Acosta, de 49 años, para ser su secretario de Trabajo, el primer hispano de su gabinete.
Su nominación ocurre un día después de que el primer designado para ese cargo, el empresario Edward Puzder, se retirara del proceso al quedar evidente que el Senado rechazaría su confirmación.