El secretario de Estado estadunidense, John Kerry, exhortó a los cancilleres de Irán y Arabia Saudí a mantener la calma, tras el súbito rompimiento de relaciones entre Riad y Teherán, y luego de que ayer Sudán y Baréin hicieran lo propio en apoyo a la monarquía petrolera saudí.
Según fuentes del Departamento de Estado, Kerry habló con sus pares Mohamed Zarif y Adel Jubeir, cuando la crisis desatada por la ejecución en Arabia Saudí de un clérigo chiita crítico de la monarquía parece escalar entre Teherán y Riad.
EU no mantiene lazos diplomáticos formales con Irán, pero se ha ido desarrollando una relación de trabajo más cercana desde la firma del acuerdo para limitar las ambiciones nucleares de Teherán en julio pasado.
Washington busca evitar una escalada con Irán mientras se trabaja para seguir la aplicación de ese acuerdo y también alentar a Teherán a jugar un papel en las conversaciones de paz para poner fin a la guerra civil en Siria.
Arabia Saudí es un aliado cercano de EU, pero este país se ofuscó la semana pasada cuando Riad decidió iniciar 2016 con una ejecución masiva de prisioneros, incluido un respetado clérigo chiita acusado de alentar protestas. La monarquía saudí, sunita, está en abierta lucha con la República Islámica de Irán, chiita, que apoya a su vez al presidente sirio pro chiita Bashar Asad, a quien Riad desea derrocar .
Tras la ejecución de Sheij Nimr al-Nimr, manifestantes chiitas atacaron representaciones diplomáticas saudíes en Irán.
Las autoridades de Riad anunciaron el domingo la ruptura de sus relaciones diplomáticas con Irán tras los ataques contra sus sedes en Teherán y Mashhad (noreste de Irán), incendiadas el sábado.
Las relaciones evolucionan con altibajos desde la revolución islámica iraní en 1979. Ambas potencias están a menudo en desacuerdo sobre la manera de solucionar las crisis en la región y se acusan mutuamente de querer extender su influencia.
Riad y Teherán ya rompieron relaciones en 1987-1991, por sangrientos choques entre peregrinos iraníes y fuerzas saudíes durante la peregrinación a La Meca en 1987.
Para los expertos, el recrudecimiento de la tensión entre Riad y Teherán podría alimentar las guerras en Siria y Yemen, donde ambas potencias regionales tienen intereses distintos.
"El conflicto árabe-iraní tendrá sin duda un impacto negativo" en el proceso en Siria, lamentó Samir Nashar, miembro de la oposición siria en el exilio. Las conversaciones entre representantes del gobierno y la oposición, bajo auspicios de Naciones Unidas previstas a fines de enero en Ginebra, eran de por sí hipotéticas. Desde hace años, los dos grandes rivales persa y árabe compiten por el liderazgo regional, interviniendo en guerras, como la de Irak, Líbano, Yemen —donde Riad está involucrado contra los rebeldes chiitas hutíes apoyados por Irán—, y por supuesto en Siria.
En ese país, Teherán apoya al gobierno de Bashar Asad y ha desplegado miles de "consejeros militares" en el terreno. Riad apoya financiera y militarmente a grupos rebeldes contra Asad.