La población iraní se lanzó hoy después del atardecer a las calles de Teherán para celebrar el acuerdo nuclear concluido algunas horas antes en Viena entre su país y las grandes potencias.
Poco después de romper el ayuno sagrado del Ramadán, centenares de personas comenzaron a acudir hacia la avenida principal de Teherán, Valiye Asr, haciendo sonar las bocinas de sus vehículos.
"Mire las calles esta noche, estamos felices", lanza, radiante, una mujer de 42 años de edad quien se identificó como Giti, que vivió en Canadá y Estados Unidos, y soñaba con volver al país antes del acuerdo. "Quizás", la situación económica "va a cambiar, especialmente para los jóvenes", espera, añadiendo: "pensaba irme, pero ahora me voy a quedar para ver qué pasa".
Irán y las grandes potencias lograron concluir hoy en Viena un acuerdo sobre el programa nuclear iraní, un asunto que envenenaba las relaciones internacionales desde hacía doce años.
Este acuerdo hace casi imposible el desarrollo de una bomba atómica por parte de Teherán durante varios años, a cambio de un levantamiento progresivo y reversible a partir del primer semestre de 2016 de las sanciones internacionales que asfixian a la economía iraní.
"Las decisiones que tomamos hoy no solo tratan sobre el programa nuclear iraní" sino que también "pueden abrir un nuevo capítulo en las relaciones internacionales", declaró la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, al abrir la reunión ministerial que oficializará el acuerdo. A su lado, el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohamad Javad Zarif consideró que se trataba de un "momento histórico".
En pocos días, resolución de ONU
El texto, que autoriza a Irán continuar con su programa nuclear civil, permitirá "normalizar" las relaciones de Irán con el mundo, aseguró el jefe de la diplomacia francesa, Laurent Fabius, señalando que en "pocos días" el Consejo de Seguridad de la ONU adoptará una resolución destinada a validar el acuerdo.
París esperó que con este compromiso, "ciertas crisis en las que Irán está implicado directa o indirectamente puedan resolverse más fácilmente". Por el contrario, Israel denunció de inmediato un "error histórico" que permitirá a Irán financiar "su máquina de terror".
El presidente estadunidense Barack Obama se congratuló por el acuerdo que da la "posibilidad de ir en una nueva dirección". Londres, Teherán y Bruselas también celebraron un acuerdo "histórico", mientras que Moscú aseguró que el mundo había lanzado "un gran suspiro de alivio".
Es la primera vez que un acuerdo a tan alto nivel se produce entre la República Islámica y Estados Unidos desde la ruptura de sus relaciones diplomáticas en 1980. Este desenlace supone un gran éxito para el presidente moderado iraní Hasan Rohani, quien celebró que Dios hiciera "realidad las plegarias" de sus ciudadanos, y también para Barack Obama.
"Un avance histórico", estimó por su parte el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, en un comunicado. "Este acuerdo constituye un avance histórico que, una vez implementado en su totalidad, reforzará la seguridad internacional", dijo.
Inclusive Emiratos Árabes Unidos -EUA, un país sunita- consideró que este acuerdo puede constituir una "ocasión para abrir una nueva página en las relaciones entre los países de la región del Golfo (Pérsico)".
En cambio, Israel denunció inmediatamente un "error histórico", que permitirá a Irán financiar su "máquina de terror". "Israel no está vinculado a este acuerdo con Irán (...) Sabremos defendernos", amenazó el primer ministro Benjamin Netanyahu.
Dos semanas después del anuncio de la reapertura de la embajada de Estados Unidos en Cuba, el presidente estadunidense se apunta un nuevo tanto diplomático al final de su segundo y último mandato. Pero cuidado, advirtió Obama en una intervención retransmitida en directo también por la televisión iraní: el acuerdo está fundado en comprobaciones, "no en la confianza".
El acuerdo fue alcanzado tras una maratón de negociaciones iniciada en septiembre de 2013 y cuya última ronda se extendió a lo largo los 18 últimos días, un final de una duración sin precedentes desde los acuerdos de Dayton que pusieron fin a la guerra de Bosnia-Herzegovina en 1995.
Las discusiones entre Irán y el grupo 5+1 (los países miembros del Consejo de Seguridad de la ONU -Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Reino Unido- y Alemania) fueron prolongadas en varias ocasiones por las divergencias solventadas in extremis.
El pacto final da contenido real a los grandes principios acordados en Lausana en abril: Teherán se compromete a reducir su capacidad nuclear (disminuirá dos tercios las centrifugadoras de uranio en 10 años, sus reservas de uranio enriquecido...) durante varios años y a permitir que los inspectores de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) realicen inspecciones en profundidad de sus instalaciones.
El objetivo es hacer casi imposible que Irán pueda fabricar la bomba atómica, permitiendo al mismo tiempo a Teherán, que niega haberlo intentado en ningún momento, su derecho a desarrollar una industria nuclear civil. El texto, que autoriza a la República Islámica a continuar con su programa nuclear civil, permitirá normalizar las relaciones de Irán con el mundo.
Una vez las instalaciones iraníes sean reducidas según los términos del acuerdo, hará falta un año para que Teherán vuelva a tener capacidad para fabricar la bomba atómica, frente a los tres meses actuales, explicó el secretario de Estado estadunidense John Kerry.
A cambio, las sanciones internacionales adoptadas desde 2006 por Estados Unidos, la Unión Europea y la ONU, serán levantadas progresivamente a partir de 2016 si la República Islámica cumple con sus compromisos. En caso de violación del acuerdo, podrán ser establecidas, y esa reversibilidad durará 15 años. El embargo de armas continuará durante los próximos cinco años.
Los inversionistas se dicen dispuestos a regresar a este país de 77 millones de habitantes, que dispone de las cuartas reservas de petróleo en el mundo y la segundas de gas. Irán, un país de la OPEP podrá exportar de nuevo su crudo. La adopción por parte del Consejo de Seguridad de la ONU de una resolución que valide el acuerdo llegará en los próximos días, según París.
Los iraníes, que eligieron a Hasan Rohani en 2013 bajo la promesa de acabar con las sanciones, esperaban el acuerdo con impaciencia, pese a la hostilidad manifiesta de los partidarios de la línea dura, tanto en Irán como en Estados Unidos.
En Washington, el acuerdo debe aún ser sometido al Congreso, de mayoría republicana y muy escéptica sobre las intenciones de Teherán. Obama advirtió a los congresistas contra un voto "irresponsable".
Pasadas las dificultades de su aprobación, llegarán las de la aplicación, que será en sí mismo "un proceso muy complicado", según el profesor Siavush Randjbar-Daemi de la Universidad de Manchester. "Es ahí donde las cosas podrían torcerse".
Más optimista se mostró la AIEA, cuyo director general, Yukiya Amano, expresó su "confianza" en la capacidad de su agencia para supervisar la aplicación de los términos del acuerdo.