La cuenta regresiva comenzó. Si todo marcha como está previsto, en un año el presidente cubano Raúl Castro dejará el poder en manos de un funcionario poco conocido.
Será la primera vez en cinco décadas que un miembro de su familia no estará en la primera magistratura, lo que abre interrogantes sobre el futuro de la economía de la isla y el sistema de partido único.
Hasta ahora quien apunta a suceder a Castro, de 85 años, es el primer vicepresidente Miguel Díaz-Canel, un ingeniero que pasó por todos los niveles de dirección del poderoso Partido Comunista de Cuba (PCC) y el gobierno y que en los últimos tiempos se mostró tan opaco que algunos comenzaron a dudar de su habilidad para lograr consensos entre los diferentes intereses y sectores de la isla, acostumbrada a los dirigentes de fuerte carisma.
“Estamos entrando en otros momentos, habrá que adaptarse y estamos pisando tierra desconocida, sin duda”, afirma el ex diplomático y académico cubano Carlos Alzugaray. “Pero en este año que le queda a Raúl no me cabe la menor duda de que va a trabajar en la institucionalidad, que debe convertirse en un factor importante cuando ya no esté”.
Díaz-Canel, de 57 años, asumirá uno de los dos roles que tiene el actual gobernante, el de presidente. Castro se mantendrá por lo menos hasta 2021 como primer secretario del PCC, una posición muy influyente en una sociedad donde hay una única fuerza política legal.
En los meses que le quedan Castro deberá centrar sus esfuerzos en mejorar la economía de una nación que por primera vez en dos décadas tuvo un año de recesión en 2016 y lograr que el modelo socialista sobreviva en un momento de incertidumbre sobre la estrategia de Donald Trump hacia Cuba luego del deshielo iniciado por su predecesor Barack Obama.
Los cubanos no están muy seguros de cómo el cambio impactará en sus vidas luego de más de cinco décadas de liderazgo de Fidel y Raúl Castro.
Cuba considera que su sistema es una democracia verdaderamente participativa que surge de los barrios y permite a los ciudadanos expresar sus opiniones e influir en las acciones del gobierno. Pero los opositores sostienen que es una dictadura que reprime a la disidencia.
Cada dos años y medio cientos de miles de ciudadanos en todo el país eligen a sus representantes municipales. Un pequeño grupo de disidentes que se atrevieron a presentarse fueron derrotados en la primera instancia del mecanismo.
Además, cada cinco años un comité gubernamental selecciona a miles de representantes y a otros propuestos por centros de trabajo e instituciones para postularse a las Asambleas provinciales y nacional, ésta última encargada de elegir a la treintena miembros del Consejo de Estado y al presidente.
Sorpresivamente el 24 de febrero de 2013, al ser nombrado presidente por segunda vez, Castro informó que no aceptaría una reelección.
Para casi todos es un hecho que el sucesor de Castro será Díaz-Canel, tanto por el lugar que ocupa en el gobierno y su membresía en el buró político del PCC, como por todas las señales que se envían desde el poder, como las apariciones en la prensa oficial o las palabras de halago del mandatario.
Al acercarse la fecha del retiro de Castro, Díaz-Canel asumió un perfil cada vez más alto con visitas a los países aliados más importantes como Rusia y Venezuela. Sin embargo, en sus discursos rara vez se sale de lo programado.
Para muchos expertos en finanzas, Díaz-Canel es un reformista que, aunque no dejará atrás su pasado de líder comunista, podría buscar formas de desarrollo y profundizar las medidas de apertura económica emprendidas por Raúl Castro.
“Creo que pudiera encarar los desafíos que le dejara Raúl si realmente ocupa el poder”, señaló el economista cubano Omar Everleny Pérez, esto sería descentralizar la economía y la toma de decisiones en las empresas estatales, terminar con la dualidad monetaria —si no lo hizo antes Castro—, legalizar la pequeña y mediana empresa, y otorgar licencias de exportación.
En apariciones recientes en la televisión estatal, Díaz-Canel puso especial énfasis en el legado de Fidel Castro, quien murió el 25 de noviembre de 2016.
Pero nadie sabe a ciencia cierta si Díaz-Canel podrá soportar el reto práctico de gobernar la isla y el simbólico de darle sustentabilidad al modelo.
“Díaz-Canel puede ser un hombre de transición”, considera un diplomático europeo para quien la figura de las fuerzas armadas, los líderes históricos y una sociedad civil cada vez más diversa ejercerán presión.
Observadores se preguntan, por ejemplo, cuál será el papel del ex cuñado de Castro, Luis Alberto Rodríguez López-Calleja, presidente de las empresas de las fuerzas armadas y miembro del Comité Central del PCC, o de Alejandro Castro, el único hijo varón del presidente, un coronel que se convirtió en su principal asesor.
“Es una generación (la de Díaz-Canel) que en los 90 se enfrentó a la crisis, eso los obligó a repensar su ideología, pero sigue habiendo un fundamento ideológico socialista”, explicó Alzugaray. “Claro, ante un Fidel y un Raúl toda figura parece gris, pero hay que ver si cuando no estén adquiere colores”.