Con la convicción de que Chile mantiene deudas pendientes en el camino hacia la verdad y justicia, la presidenta Michelle Bachelet conmemoró hoy el golpe de Estado que 42 años atrás "desgarró" el alma del país andino instaurando la dictadura de Augusto Pinochet.
Pese a las expectativas de los grupos de derechos humanos y sectores de la coalición gobernante, el discurso de Bachelet cerró sin hacer anuncios respecto a una cárcel especial para represores que despierta el rechazo de familiares de desaparecidos.
En un acto celebrado en el Palacio de La Moneda, sede presidencial bombardeada por la fuerza aérea el 11 de septiembre de 1973, Bachelet destacó los avances logrados desde el regreso de la democracia (1990), pero también reconoció que aún queda mucho por hacer.
"Aún faltan seres queridos cuyo paradero debemos saber. Aún falta verdad por conocer y justicia por aplicar. Debemos derribar los muros del silencio que nos impiden avanzar", aseveró la mandataria durante una ceremonia en la que se homenajeó al fallecido presidente Salvador Allende.
En el acto, que congregó a unas tres mil personas en el Patio de los Cañones de la sede presidencial, la jefa de Estado, que estuvo detenida y fue torturada durante la dictadura, destacó que las cuatro décadas después del golpe "no han sido fáciles" para la sociedad chilena.
"Chile es mucho más fuerte que ayer"
Según Bachelet, a pesar de todo el dolor sufrido, "Chile es mucho más fuerte que ayer", pues ha aprendido que "el diálogo vale más que el enfrentamiento y el encuentro más que la distancia."
"Todos nuestros actos deben fortalecer la convivencia democrática, porque sin ella no será posible enfrentar las grandes tareas que tenemos por delante", unas palabras que más allá del contexto del golpe de Estado cobran un sentido especial por el crispado clima político que existe en el país.
Bachelet, que recordó la tragedia "que desgarró el alma de Chile", llamó a "derribar los muros de silencio que nos impiden avanzar, aún hay privilegios que el Chile de hoy día no tolera, la consciencia de Chile nos exige superarlos".
"Me encargaré de que el cumplimiento de la justicia sea igual para todos, es un compromiso ineludible que asumo personalmente", agregó la mandataria, que vivió en carne propia la represión militar, en lo que podría ser un guiño a las voces que piden cerrar la cárcel especial para represores.
"Tienen que entender que tienen la obligación de cerrarla", lanzó en las afueras de La Moneda, Lorena Pizarro, presidenta de la Asociación de Familiares Detenidos Desaparecidos. Punta Peuco, ubicado a 50 kilómetros de Santiago, alberga a un centenar de ex miembros de las Fuerzas Armadas condenados por secuestro, la tortura, el asesinato de algunos de las más de 3,200 víctimas mortales que dejó la dictadura de Pinochet (1973-1990).
Entre los invitados a la ceremonia estaba Isabel Allende, presidenta del Partido Socialista e hija del fallecido presidente, antiguos colaboradores de su Gobierno (1970-1973), los expresidentes Ricardo Lagos y Eduardo Frei y parlamentarios, así como otros miembros de la familia Allende.
Uno de los momentos más emotivos de la ceremonia fue cuando Bachelet, acompañada por Isabel Allende y otros miembros de su familia depositaron una ofrenda floral en el Salón Blanco del palacio presidencial, que recrea el lugar en el que Allende se suicidó.
La ceremonia, que empezó con una plegaria ecuménica, finalizó con un homenaje a los 38 funcionarios, colaboradores y escoltas de Salvador Allende que murieron defendiendo el Palacio de La Moneda y la democracia el 11 de septiembre de 1973. El ministro de Relaciones Exteriores, Heraldo Muñoz, que también asistió al acto, dijo que estas ceremonias son muy importantes para "poder mirar al futuro sin olvidar el pasado".
Asimismo, hizo un llamado a la convivencia democrática, subrayando que "siempre es necesario reforzar la democracia" y recalcó la necesidad de "buscar los consensos y diálogos" necesarios para mantenerla.
La nieta de Allende, Marcia Tambutti, directora de "Allende, mi abuelo Allende", el galardonado documental que se adentra en la realidad familiar más íntima del líder socialista, dijo a Efe que este aniversario del golpe fue "más duro que los anteriores", pues el documental la acercó mucho más a la figura de su abuelo.
Cuentas pendientes
A 42 años del golpe que instauró una de las dictaduras más cruentas de América Latina, con más de 38 mil torturados y miles en el exilio, el país avanza entre constantes nuevas condenas a represores y voces que acusan a las Fuerzas Armadas de mantener vivos "pactos de silencio" que impiden avanzar a numerosas causas judiciales en trámite.
La ola de críticas tomó nueva fuerza este año tras el vuelco inesperado del caso de dos jóvenes quemados en 1986, crimen emblemático que provocó la muerte del fotógrafo Rodrigo Rojas y que se resolvió con la condena a más de una decena de represores gracias a la confesión de uno de los exconscriptos que denunció las maniobras de encubrimiento de las jerarquías militares.
La muerte a principios de agosto de Manuel Contreras, ex jefe de la policía política de Pinochet, mientras cumplía parte de más de medio siglo de condenas y una sentencia que condenó en agosto a once ex militares chilenos y tres ex militares uruguayos por el secuestro y crimen del químico de la policía secreta de Pinochet, Eugenio Berríos, sumaron leña a la discusión sobre el pasado reciente.
Bajo los muros de La Moneda -que sobrevivieron a la embestida militar del 73- Bachelet aseguró que el país se encamina hacia "más verdad, más justicia y reparación", un futuro en el que tiene un rol fundamental la nueva Subsecretaria de Derechos Humanos, en trámite en el Congreso. Más allá del camino por recorrer, Bachelet festejó que en su país "que por más estruendosas que sean las críticas la democracia" permanece intacta.
Una democracia que vivió el jueves un intenso debate en la Cámara de Diputados, que aprobó un proyecto de ley que instaura un bono a torturados y viudas de víctimas, con un álgido momento protagonizado por un diputado opositor que lanzó que "los verdaderos patriotas" están en Punta Peuco.
La mandataria -que enfrenta niveles de aprobación históricamente bajos, 22% según una encuesta difundida hoy- aprovechó el discurso para recordar que su país dará refugio a familias sirias ya que "los derechos humanos no tienen fronteras".
Afuera del Palacio de la Moneda, agrupaciones de Familiares de las Víctimas, junto con otras organizaciones de derechos humanos, se congregaron frente a la estatua de Salvador Allende y la puerta por la que el mandatario acostumbraba entrar y salir de la sede presidencial, para rendir homenaje a las víctimas caídas durante el golpe.
Miguel Farías, uno de los supervivientes de la seguridad personal de Salvador Allende, quien el día del golpe tuvo que defender la residencia del presidente, dijo a Efe que lo ocurrido en esa fecha fue una "traición" y "el inicio de un retroceso que aún no se ha detenido". "Muchos de los supervivientes que luchamos hasta el final nos sentimos hoy menospreciados. Ninguno de los gobiernos nos ha tenido en cuenta y hoy estamos enfermos, viejos y solos", denunció.
El dirigente de la coordinadora de ex presos políticos Enérico García Concha denunció que los distintos gobiernos no han sabido "cerrar definitivamente los procesos", por lo que la lucha por los derechos humanos sigue siendo "totalmente necesaria". "Vamos a seguir luchando tanto tiempo como sea necesario porque en Chile aún falta que se haga justicia y salga definitivamente toda la verdad", sentenció.
Con el homenaje a Allende -que se suicidó el 11 de septiembre de 1973, en medio del bombardeo a La Moneda- se abre una jornada que tendrá varios actos en recuerdo de las víctimas de la cruenta dictadura de Pinochet y que en la previa tuvo incidentes -que se repiten cada año- en la periferia de Santiago.