Un grupo de ecologistas protestó en el interior del recinto donde se llevan a cabo las negociaciones en la COP30, la cumbre climática de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), en Belém, para exigir, con gritos y danzas, una transición energética "justa".
Los activistas se concentraron en el pasillo principal de la llamada Zona Azul, administrada por la ONU y el lugar donde negocian aproximadamente 43 mil personas de las delegaciones de 170 países que han asistido a esta conferencia climática en la puerta de entrada a la Amazonía brasileña.
Manifestantes se enfrentan con policía
Los indígenas marcharon por el clima y la salud en la ciudad y al caer la noche terminaron bailando frente al recinto.
Algunos de ellos ingresaron al lugar, pero los agentes de seguridad impidieron el paso, mientras algunos resistían, según imágenes obtenidas por la AFP. La calma se restableció rápidamente.
Los agentes colocaron enseguida sillas y mesas en las entradas de la "zona azul", epicentro de las reuniones bajo control de la ONU, para impedir de nuevo su ingreso.
El movimiento indígena quería "presentar sus reivindicaciones en el interior, pero no les dejaron entrar", explicó Joao Santiago, profesor de la Universidad Federal de Pará.
"Un grupo de manifestantes superó las barreras de seguridad de la entrada principal de la COP, causando lesiones menores a dos agentes de seguridad y daños menores al recinto", dijo a la AFP un vocero de la ONU por el clima.
"El personal de la ONU y de Brasil tomaron medidas de protección para garantizar la seguridad del lugar", añadió la fuente y precisó que se investiga lo ocurrido."Por el respeto a la Amazonia", corearon
"¡Por el derecho a existir, los pueblos se levantan!", cantaron delante de las oficinas de las comitivas nacionales ante la atenta mirada de unos pocos agentes de seguridad de las Naciones Unidas.
Ana Heloísa Alves, miembro de una coalición feminista por la justicia climática, explicó a EFE que quieren presionar para que avancen las negociaciones en el capítulo de la transición desde los combustibles fósiles a las energías renovables.
"Hemos unido arte y activismo para llamar la atención de los negociadores para que coloquen en la agenda algunos puntos y avancen en temas como género, transición justa y una matriz energética justa", declaró.
Alves, de 27 años, ha bailado descalza sobre la moqueta de la Zona Azul con una falda en tonos rosas repleta de mensajes contra "la privatización" de los ríos amazónicos para convertirlos en vías fluviales y la construcción de un ferrocarril por la selva para facilitar el transporte de carga.
"Respeta a la Amazonía", dice otro de los mensajes que carga esta joven de la ciudad de Santarém, en el estado de Pará, cuya capital es Belém.
¿Qué solicitan los manifestantes?
Alves confía en que, al final de esta COP30, todos los países logren ponerse de acuerdo para asumir los 1.3 billones de dólares anuales de financiación climática para las naciones en desarrollo hasta 2035.
En su opinión, solo así se puede revertir la crisis climática y "reparar los daños causados a los países del Sur Global que sufrieron con la colonización, la esclavitud y la explotación depredadora de sus bosques y pueblos".
Maria Clara, una manifestante de la asociación Rede Sustentabilidade de Bahia, explicó a la AFP que la protesta tenía como objetivo alertar sobre la situación de los "pueblos indígenas".
"Estas voces son ignoradas", dijo.
"Al llegar aquí, entraron en el espacio de la COP30 para reivindicar que la COP se acabará, pero la destrucción continuará", aseguró esta joven.
La COP30 de Belém es la primera que se celebra en la Amazonía, el mayor bosque tropical del planeta, y se extenderá hasta el 21 de noviembre, con la posibilidad de extenderse algunos días más, si no se alcanza un acuerdo sobre los asuntos de la agenda.
Campamento indígena
El país más grande de América Latina cuenta con 1.7 millones de indígenas, distribuidos en 391 etnias que hablan 295 idiomas, sobre una población total de más de 200 millones de habitantes.
Con sus ropas, tinturas y ornamentos de plumas tradicionales, los "parientes" —como se llaman entre ellos los distintos pueblos—amenizaron la previa a la inauguración con danzas ceremoniales y cánticos en sus varias lenguas.
Muchos de ellos llegaron a Belém en barco, remontando ríos amazónicos por varios días.
"El hombre blanco debe respetar nuestro bosque, nuestras tierras, para no devastar nuestro territorio", dijo el cacique Raoni, del pueblo kayapó y máximo líder indígena brasileño, quien llegó en silla de ruedas y fue recibido como la estrella de la noche.
MD