La canciller alemana Angela Merkel llegó hoy a Brasil acompañada por una amplia delegación ministerial con el propósito de reforzar las relaciones bilaterales. En lo que fue el primer punto de una agenda que no tendrá más de 48 horas, la canciller cenó esta noche en la residencia de la presidenta Dilma Rousseff, el Palacio de Alvorada, en Brasilia, donde mañana jueves se dará inicio a conversaciones bilaterales.
Merkel viaja acompañada por el ministro de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier; de Salud, Hermann Gröhe; de Medio Ambiente, Barbara Hendricks; de Agricultura, Christian Schmidt; de Transporte, Alexander Dobrindt y de Desarrollo, Gerd Müller.
En horas previas a la llegada de la delegación, la industria automotríz alemana alzó un claro reclamo: Brasil debe eliminar las barreras comerciales a los automóviles extranjeros, tal la exigencia.
"Estas medidas proteccionistas perjudican en primer lugar al país que las aplica", aseguró a dpa el presidente de la Federación de la Industria Automotriz Alemana (VDA), Matthias Wissman, en Berlín. "El gobierno debe tomar medidas cuanto antes", añadió.
Brasil aumentó un 35 por ciento la tasa de importación para vehículos extranjeros y al mismo tiempo concede importantes ventajas fiscales a los automóviles de producción nacional.
Pocas horas antes de la llegada de Merkel el Banco Central de Brasil anunció ayudas por 3,100 millones de reales (805 millones de euros) para el sector automotor. Las fábricas alemanas que operan en este sector en territorio brasileño también se habían visto forzadas a reducir su producción y hasta suspendieron parcialmente la actividad en algunas plantas.
Brasil es actualmente el socio comercial más importante de Alemania en Sudamérica con un volumen comercial anual de cerca de 20 mil millones de euros (22,074 millones de dólares). En 2014 las exportaciones alemanas subieron un uno por ciento, hasta los 11,800 millones de euros, de acuerdo con datos del Ministerio de Exteriores alemán.
En tanto, las ventas de Brasil a Alemania cayeron un siete por ciento, a los 6,600 millones de euros, convirtiendo al país europeo en el cuarto socio comercial de Brasil, por detrás de China, Estados Unidos y Argentina. La grave crisis económica que sufre el gigante sudamericano, que cuenta con cerca de 1,400 empresas alemanas, ha desatado la preocupación en el entramado empresarial germano.
Pero el comercio no será todo en el actual encuentro: se espera que el Ministerio alemán para la Protección del Medio Ambiente otorgue fondos por 551 millones de euros, 525 millones en concepto de créditos. La mayor parte de dichos fondos, 428 millones de euros, están previstos para proyectos de desarrollo de energía sustentable, mientras que 123 millones de euros esperan ser destinados a la preservación de la selva.
Aprueban ley de austeridad
Mientras, el Senado brasileño aprobó hoy una ley de austeridad primordial para el ajuste fiscal propuesto por el Gobierno de Rousseff para sanear las cuentas y enfrentar la delicada situación económica por la que pasa el gigante suramericano.
Con 45 votos a favor y 27 en contra, la medida aprobada y que ahora espera sanción del Ejecutivo revoca las exenciones tributarias a las nóminas salariales, con lo que las empresas deberán aumentar su contribución al Instituto Nacional de Seguridad Social (INSS) y así el gobierno podrá aumentar la recaudación.
Con el proyecto de ley, la alícuota que pagan las empresas al INSS pasará del 1 % al 2.5 % y, en otros sectores, del 2 % al 4.5 %. El ajuste, que enfrenta resistencias incluso entre los partidos oficialistas, prevé la elevación de algunos impuestos, fuertes reducciones de gastos públicos y la eliminación de algunos beneficios sociales.
Con este ajuste, el equipo económico del Gobierno busca poner a flote una economía que, según las últimas proyecciones, sufrirá una contracción de entre el 1.5 % y el 2.0 % este año y una inflación de más del 9 % en 2015, que dobla la meta del 4.5 % que se impuso el Gobierno para el año.
Las agencias internacionales de calificación de riesgo, que han rebajado la nota de la deuda brasileña, tenían dudas sobre si el Congreso aprobaría el ajuste fiscal anunciado por Rousseff, en enero pasado, en el primer mes de su segundo mandato.
El Gobierno brasileño anunció en julio la reducción de la meta de superávit fiscal primario que se había impuesto para este año desde el equivalente al 1.1 % del PIB hasta el 0.15 %, pero al mismo tiempo se comprometió con una nueva reducción de los gastos para intentar sanear las cuentas públicas.
La iniciativa que ratificó hoy el Senado no alteró la que la Cámara de Diputados había aprobado días atrás con algunas modificaciones del texto original remitido por el Ejecutivo, como por ejemplo beneficiar a centros telefónicos, compañías de transporte y la industria avícola, entre otros. Esos sectores pasarán a pagar al INSS una alícuota de solo el 3 % y no del 4.5 % como los demás que pagaban un 2 %.
La aprobación en el Senado es considerada como un triunfo por parte de la base oficialista, que enfrenta dificultades para la aprobación de proyectos en la Cámara Baja, particularmente por la oposición ejercida por su presidente, el diputado Eduardo Cunha. El legislador, del oficialista Partido del Movimiento Brasileño (PMDB), la mayor fuerza de la coalición, declaró su postura personal contraria a Rousseff.
Cunha es uno de los cincuenta políticos investigados por el caso de corrupción en la estatal Petrobras, apuntados como beneficiarios de la red de corruptelas que sobrevaloraba contratos de la estatal con constructoras, y hoy descartó una eventual renuncia a la Presidencia de la Cámara, pese a la fuerte presión en su contra.
Marcha de movimientos sociales
De otra parte, los sindicatos, los movimientos sociales y algunos partidos políticos de izquierda reforzaron hoy su convocatoria para las marchas que realizarán este jueves en varias ciudades de Brasil en favor del Gobierno, aunque aclararon que su apoyo a Rousseff está condicionado.
Las manifestaciones en favor de Rousseff buscan contrarrestar las protestas contra el Gobierno que movilizaron el domingo a unas 900 mil personas en 205 ciudades pero no significan un respaldo a la actual política económica del Gobierno ni a su ajuste fiscal.
Así lo dejó claro la Central Única de los Trabajadores (CUT), mayor unión sindical del país y vinculada históricamente al oficialista Partido de los Trabajadores (PT), en un comunicado publicado en su página en internet para enumerar las reivindicaciones por las que marchará mañana.
"Estaremos en las calles de todo el país este 20 de agosto en defensa de los derechos sociales, de la libertad y de la democracia, pero también contra la ofensiva de la derecha y por salidas populares para la crisis", según la nota. La central sindical aclara que protestará contra el ajuste fiscal con el que la jefa de Estado pretende hacer frente a la crisis económica del país y en favor del Gobierno, desde que este muestre que "la salida es por la izquierda".
La CUT dijo que manifestará "su vehemente repudio a la amenaza de golpe (de Estado) orquestada por sectores conservadores" pero al mismo tiempo expresa "su rechazo a la actual política económica". Según la nota, la marcha es en defensa de la democracia y del proyecto de desarrollo con que Rousseff venció las elecciones presidenciales de octubre y no del que puso en ejecución.
Los organizadores de las manifestaciones dicen oponerse a la política económica que limita derechos laboristas, reduce inversiones sociales y aumenta intereses, así como a los proyectos de ley conservadores discutidos en el Congreso que violan los derechos de las minorías.
Además de la CUT, las manifestaciones son convocadas por los izquierdistas Partido Socialismo y Libertad (PSOL) y Partido Comunista do Brasil (PCdoB). También participarán organizaciones sociales como el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), el Movimiento de los Sin Techo (MTST), la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) y la Unión Brasileña de Mujeres.
Pese a las críticas de los movimientos sociales a la política económica y el ajuste fiscal, el PT, que gobierna Brasil hace trece años y es liderado por el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, decidió pedirle a sus militantes que refuercen las marchas del jueves.
"Llegó la hora de ir a las calles para defender los derechos laboristas, las conquistas sociales de los últimos años y, por encima de todo, para defender nuestra democracia", asegura un mensaje en red de televisión transmitido ayer por el PT.
Por eso, agrega el mensaje, "súmate a la movilización nacional que, este jueves, unirá movimientos sociales, partidos políticos, centrales sindicales y todos los que creen que Brasil es mayor que cualquier crisis".
Las protestas del domingo, convocadas por grupos opositores ajenos a la política formal, no consiguieron la misma movilización que otras dos jornadas de manifestaciones realizadas este año, que llegaron a congregar a 2.5 millones de personas en 250 ciudades.
Brasil atraviesa un momento de turbulencias políticas derivadas en buena medida de los escándalos de corrupción en la estatal Petrobras, que han agravado el descontento de la población con el Gobierno y derrumbado a un 8 % la popularidad de Rousseff. Además de una crisis política, el país también enfrenta una grave crisis económica.
De acuerdo con las últimas proyecciones de los analistas, la economía brasileña sufrirá una contracción de cerca del 2 % en 2015 y del 0.15 % en 2016, lo que configura una recesión, que ya es sentida por la población, que enfrenta la mayor inflación del país en los últimos doce años y una tasa creciente de desempleo.