El sol ya rozaba el oeste del cielo del hemisferio occidental, eran las 5:00 horas cuando los senderista se posicionaban en el lugar en cuestión según la cita previa organizada por Samuel Alvarado, que con afán de juntar los colores de todos los grupos 'trepa cerros' laguneros en son de convivencia y conmemoración, decidió hacer una placa con todos los nombres, la misión, zurcar el Helipuerto y lograr subirla a la cima para instalarla.
Con un ancho de 1.34 metros por 93 centímetros de altura y 2 de espesor, lo anterior conforma un peso aproximado de entre 55 y 60 kilogramos, que mediante un sistema de carga que acordaron, buscaban distribuir el peso de la misma entre cuatro personas mediante un tubo, el plan era turnarse entre los senderistas más experimentados de los grupos. Una carga justa para semejante tarea aquel 30 de noviembre... Hacer historia.

"El motivo es juntarnos y remplazar las letras que vandalizaron allá arriba, pero más que nada es la convivencia, somos varios grupos y esto no se ve muy seguido, eso es lo valioso", comentó Samuel previo a iniciar el recorrido.
La energía estaba en el aire, decenas de personas apasionadas por la aventura estaban a punto de iniciar una nueva, entre ellos se encontraban representantes de los siguientes grupos de senderismo:
- Travesias Laguna
- Comarca Adventurs
- Zorro del Desierto
- Bizcochos
- Rapel and Beer
- Capiruchos
- El Sarnozo
- Las Cronch
- Atrox Laguna
- La Palomilla
- Los Encantados
Al iniciar el viaje, el ímpetu y los recién descansados senderistas que comenzaron a cargar jugaron su papel, ya que la placa no representaba ninguna dificultad, al menos durante los primeros metros, hasta el inevitable cansancio llegó... Y todavía no habían siquiera arribado al primer kilómetro de los aproximadamente tres.
No obstante, aproximadamente al llevar un tramo considerable, tuvieron su primera parada, pues aquellos que iniciaron originalmente cargándola se percataron de que la tarea era más difícil de lo que creían, pues el peso de la placa agotaba rápidamente las fuerzas de quienes la llevaban.
Las almohadillas de la salvación
La primera dificultad que presentaron los grupos senderistas fue a pocos metros de avance y fue debido a la presión que ejercían los tubos para soportar la placa en los hombros de los senderistas.
Ante este percance, llegó cual Superman, 'El Yegua' uno de los senderistas que, según explicó, se especializaba en el atletismo, y se ofreció a regresar corriendo hasta el estacionamiento para traer de su auto unas almohadillas para añadir comodidad al camino por venir.
Los relevos estaban a la orden del día
Durante el recorrido se convirtió en algo constante el relevar la ponderosa placa, que se convirtió en intervalos de 5 a 10 minutos, que mientras avanzaban entra la maleza y el terreno hostil, se volvían cada vez más cortos. Esto comenzó cuando aún no se alcanzaba ni el kilómetro inicial.
"Somos como gladiadores", dijo Cesár Eloy Reyes, uno de los senderistas experimentados del grupo, entrenador de box y maratonista, que admitió verse superado ante tal desafío, no obstante jamás se rindió en ningún momento.
El sistema de soporte se rompió; "se dobló el fierro"
Casi llegando a la mitad del viaje, ocurrió algo que por unos instantes hizo pensar a todos a los grupos que el viaje no se concretaría, así mismo fue precisamente en este punto en que algunos desistieron y mejor prefirieron abandonar la misión. El método de soporte utilizado para cargar la placa, el también apodado 'el fierro' por los senderistas, se había doblado.
No obstante, los que se quedaron, buscaron, mirando hacia todos lados e incluso debajo de las piedras, alguna posible solución que les permitiera cargarla y a su vez cuida la integridad de la placa, no obstante esa resolución parecía no llegar, hasta que de entre la maleza del cerro, alguno de los senderistas dijo "aquí hay unas tablas". Fue ahí cuando improvisadamente adaptaron unas tablas para poder continuar la travesía.
Escalar sin que la placa se rompiera; arribando al Hillary
El cansancio y el fastidio eran tan sólidos que se podía cortar el aire, no obstante el buen ánimo nunca decayó, con bromas constantes y a su vez sonrisas en los rostros de los grupos de 'trepa cerros' que ya estaban acostumbrados a los ambientes hostiles.
Entonces llegaron al Hillary, conocido punto que compone el Helipuerto de Torreón y que destaca porque a partir de ahí el resto del recorrido implementa las técnicas de escalada para poder surcarlo.
Fue precisamente en ese punto del tramo que los grupos de senderistas se encontraron con una dificultad enorme, pues debían encontrar los métodos para poder ascender la placa junto con ellos y a su vez cuidar que su integridad quede intacta, no obstante al contrario de unos metros atrás, esta vez ninguno vio como una posibilidad la retirada.
Utilizando su ingenio, cuerdas, amarres complejos, ramas largas, pero sobre todo su voluntad, se adaptaron a todos los ambientes hostiles que se les presentaron y lograron ascender la placa.
Misión cumplida
Entre alegría y sonrisas, aquel último tramo se observaba en la lejanía, y a pesar del cansancio, el agotamiento ya no significaba nada, pues las fuerzas regresaron solo para posteriormente convertirse en celebración, ya que se había logrado el objetivo.
Mediante cemento se instaló la placa en la cima del Helipuerto y a su vez, los grupos senderistas se tomaron un par de fotografías para recordar aquel gran día en que lo imposible pasó a segundo término y la voluntad demostró poderlo todo.
"Es el mejor grupo que se pudo haber conformado hoy, nadie se rajo y estoy satisfecho, la neta, muchas gracias por la participación porque como vieron no todos pudieron, ni todos quisieron, pero aquí estamos los que merecemos estar", dijo Samuel Alvarado, mientras celebraban y se escuchaba de fondo mediante una bocina 'We are the champions' de Queen.
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