Tres familias de la colonia San Agustín, en Torreón, vieron consumirse su patrimonio la tarde del pasado domingo 20 de julio, cuando un incendio arrasó con sus viviendas de madera ubicadas en las calles Rubén Darío y Fernando del Paso.
En minutos, las llamas destruyeron pertenencias, herramientas de trabajo, animales de corral y tres vehículos. Desde entonces, los afectados sobreviven con lo que les han donado vecinos, mientras las promesas de ayuda institucional no se han cumplido.

Duras condiciones para los afectados
Una de las familias, integrada por un padre de familia, su esposa y tres hijos pequeños, ahora pasa el día en un automóvil y por las noches duerme con un pariente. Otra, una pareja de adultos mayores, tuvo que ser acogida por un familiar debido a que el hombre padece problemas de salud.
En tanto, Cecilia Huerta Aguilar y su esposo improvisaron un refugio con lonas en la plaza pública, donde permanecen desde el día del siniestro. “Es muy pesadísimo, y más cuando hay lluvia y no tenemos dónde meternos”, relató con tristeza.
Promesas incumplidas de apoyo oficial
Pese a que el lunes siguiente elementos de la policía estatal les entregaron despensas y algunos hules, los damnificados aseguran que lo prometido por las autoridades municipales no ha llegado.
“Nos dijeron que nos iban a ayudar, pero sólo vinieron con despensas y ya no regresaron. Nos prometieron una máquina para limpiar, pero no ha llegado nada”, expresó Cecilia Huerta.
La solidaridad de los vecinos, única ayuda concreta
Los vecinos han sido quienes han mostrado más solidaridad, al donar tarimas, alimentos y algo de ropa. Con la ayuda de un amigo, Cecilia y su esposo levantaron un pequeño jacal para proteger las pocas pertenencias que lograron recuperar entre los escombros.
“Ya empezamos nosotros a descombrar y a levantar con lo que podemos y lo que tenemos”, dijo la mujer.
Piden apoyo para reconstruir sus vidas
Las familias afectadas piden al Ayuntamiento de Torreón que les proporcione maquinaria para limpiar el terreno y materiales básicos para comenzar de nuevo. Dicen que no quieren vivir de la caridad, sólo necesitan una mano para volver a levantarse. “No le deseo a nadie lo que estamos pasando”, concluyó Cecilia.
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