La tarde cayó sobre el Paseo Morelos como un telón naranja y, con la caída de la noche, comenzó la pasarela de disfraces y seres de ultratumba. Este 31 de octubre es Noche de Brujas, pero la ciudad no termina de decidir si celebrar Halloween o el Día de Muertos. Sin embargo, el entusiasmo es el mismo y sin remordimientos.
A mitad del recorrido, un local lucía una decoración híbrida, mitad tétrica, mitad tradicional. En la entrada, unas calaveras compartían espacio con una bruja de nariz puntiaguda, además de calaveras de azúcar junto a pequeños fantasmas de tela y un arco de cempasúchil. En el Paseo Morelos, la multitud avanzaba entre disfraces ingeniosos y arte callejero en alusión al payaso Eso y a Eddie Munson.
Niños con sus bolsas y calabazas cantaban “¡Queremos Halloween!” frente a cada negocio, mientras sus padres los seguían, algunos también disfrazados. Entre los personajes más repetidos destacaba Ghostface, la máscara blanca de Scream, que aparecía en cada esquina, algunos con túnicas improvisadas, otros con cuchillos de plástico que reflejaban las luces moradas de los puestos del bazar que ahí se instala.
Ambiente festivo y familiar en el corazón de Torreón
Un grupo de adolescentes con máscaras posaba para selfies frente a las decoraciones; a un costado, un joven vestido de Pikachu saludaba a los niños con saltos eléctricos y un altavoz que repetía su nombre entre risas y aplausos. Más adelante, en la Plaza Mayor, la atmósfera se volvía familiar. Las mascotas también habían sido invitadas a la fiesta, disfrazadas de arañas y hadas, mientras las familias repartían dulces, globos y algunos premios a los mejores disfraces.
Al fondo, en la escalinata del Palacio Municipal, una ofrenda monumental con retratos de artistas laguneros contrastaba con los globos negros y naranjas que llevaban algunos niños. Los olores se mezclaban: pan de muerto, elote, algodón y copal. La música de fondo alternaba entre Thriller, de Michael Jackson, y La Llorona, interpretada por la inmortal Chavela Vargas.
Torreón celebra entre tradición y modernidad
Torreón de noche parece otra ciudad: una donde la tradición y la modernidad no peleaban, sino que caminaban juntas bajo la luna, compartiendo dulces y memoria. Conforme avanzaba la noche, los niños y niñas dieron paso a las catrinas y los fantasmas adolescentes y adultos. La frontera entre Halloween y Día de Muertos se volvió invisible; solo quedó la certeza de que, al menos por una noche, la ciudad entera se permitió creer en la unión del mundo del más allá.
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