Una pequeña ermita, ubicada la izquierda de la carretera hacia Paredón, Coahuila, fue levantada como producto de una gran batalla.
Se trata de un pequeño espacio de oración construido en memoria del soldado Roberto Cisneros Jaramillo, a donde acuden feligreses de distintos credos en busca de un milagro concedido por el ex combatiente revolucionario.
Hace cien años, el 4 y 5 de septiembre, se libró una férrea batalla entre los ejércitos villistas y carrancistas en el vasto desierto comprendido entre los municipios de Mina y García, relata el historiador Antonio Flores Treviño.
En el sitio donde se levantó la ermita (ubicado a la salida de Icamole, en García, Nuevo León, rumbo al ejido El Milagro) cayó herido de muerte el soldado Cisneros. Con el tiempo, los campesinos empezaron a relatar la aparición de un revolucionario que concedía milagros a petición de tener cristiana sepultura, y se le llamó El ánima del anacahuita.
"Todos estos mitos o creencias religiosas nacieron a partir de la batalla de 1915, donde los chiveros o rancheros empiezan a hablar de una aparición y de milagros por parte de este soldado", apunta Flores Treviño, cronista de García.
La ermita es un austero cuarto, flanqueado por una anacahuita. A su interior se ubica la tumba del revolucionario, siempre rodeado de veladoras y de peticiones escritas a pluma o lápiz sobre toda clase de papel.
Peregrinos de Zacatecas, San Luis Potosí, Coahuila y Texas han dejado constancia de su petición al soldado Cisneros.
El sitio también es frecuentado por cajitas, creyentes del Niño Fidencio, quienes en marzo y octubre realizan sus curaciones.
Unos kilómetros más adelante, en el ejido Carricitos, aún se conserva un pequeño cementerio cuyas cruces –de madera de mezquite- aún tienen grabadas las inscripciones de "septiembre de 1915".
"Hubo muchos muertos en esa batalla, te diría que cientos. Muchos se enterraron en fosas comunes, otros quedaron a la intemperie. El caso de Roberto Cisneros fue especial porque al poco tiempo empezó a circular el rumor de la aparición del joven y así empezó el mito", relata.
Aunque el trayecto desde García al sitio luce desolado, en la ermita del Ánima de anacahuita hay veladoras encendidas y peticiones de milagros en espera de ser concedidos.