Óscar Flores Lomelí es un sobreviviente del sismo de 1985. La muestra imborrable es el recuerdo de su brazo izquierdo, que le fue amputado. Solo le quedó un pedazo de 15 centímetros: una columna de aproximadamente 90 centímetros cuadrados y cientos de toneladas se lo cercenó.
Durante cuatro días y medio, estuvo, junto con su esposa Rebeca Orozco Barrientos, en un espacio reducido y oscuro del sótano del edificio Nuevo León, en Tlatelolco. Ambos vivían en el departamento 114. De ahí para bajo nadie sobrevivió, solo ellos.
Esa columna le dejó colgando el brazo, venía en picada de por lo menos 6 pisos arriba y paradójicamente al arrastrarlos hasta el sótano del edificio fue la que les salvó la vida. El edificio tenía 12 pisos y otros más en el sótano, destinados a los servicios.
"Venía tirando todo, lozas, vidrios y nosotros nos fuimos atrás de ella y fuimos a caer sobre la cisterna del edificio, donde se clava... al clavarse detuvo las toneladas de concreto que nos hubieran aplastado.
"Pasaron las horas y noté que mi brazo estaba colgando, mi mano estaba en el suelo, alcance a tocar unos hilos, eran las venas y las arterias que tenía de fuera. Eso es una señal de muerte, la columna me había mutilado", recordó.
En ese momento Rebeca le preguntó: "Si estábamos muertos en el infierno", le dije que "no, no estamos muertos, pero creo que sí estamos en el infierno".
Atrapados en ese útero de escombro de concreto y varillas, oscuro y frío, habían perdido toda esperanza de que los rescataran, hasta que en algún momento, Óscar escuchó una voz: "¿Hay alguien ahí?, toque 10 veces, ahora hágalo cinco veces, ahora tres veces. Tuve que golpear con una piedra en algún pedazo de concreto".
Óscar estaba desesperado, creía que no lo escuchaban. Y con la piedra tocó más de lo que le pedían; golpeó incansablemente, hasta dañarse la mano derecha.
"¡Ya vamos por ustedes, no se desesperen!" Y sí, "volvimos a ver la luz del día".
El equipo de rescate desplegó un gran equipo de sonido con 18 cables de espiral con micrófonos, introducidos en cavidades. Afuera se colocaron unas bocinas.
Los rescatistas habían introducido además unas "sondas de localización de una cámara experimental, traída de Estados Unidos" y perros que llegaron del extranjero.
Narró que un día antes decidieron fumigar la zona y escombros. Eso implicaba que ellos hubieran perecido por asfixia. Pero los cientos de familiares que esperaban noticias lo impidieron y gracias a ello Óscar y Rebeca fueron rescatados.
Óscar fue enviado al Hospital de Xoco, donde debido a lo avanzado de la gangrena le cortaron el brazo.
Es su trofeo horrible de por vida. Además, lleva heridas visibles en oreja y cejas. Pero está vivo y con él su pareja.