Los tobillos comienzan a resentir los estragos de estar parado por largo rato pero nadie parece tener la intención de quitarse del lugar donde abrazan las vallas metálicas que forman el pasillo por el que el precandidato a la presidencia de la República caminará para llegar al templete.
Todos tienen la cámara del celular lista para la foto, incluso parecen más atentos que algunos fotoperiodistas. Andrés Manuel López Obrador lleva hora y media de retraso y aún no aparece.
Ese tiempo ha sido vital para los vendedores de helados, chicharrines, cigarros sueltos y los que venden artículos de propaganda de Morena ¿algún otro partido en México puede vender y no regalar sus artículos de propaganda? Los de la batucada y los que se treparon en los zancos ya lucen aburridos y de pronto se oye un “¡ya llegó!” que funciona igual a cuando se apagan las luces previo a un concierto: se oyen los gritos y los aplausos. La canción de Morena de la campaña pasada comienza a sonar a todo volumen.
Lo abrazan, le aprietan la mano y no lo quieren soltar, le piden autógrafos y él accede a casi todo pero no afloja el paso aunque avanzar 80 metros le toma casi 10 minutos. Se sube a la tarima y alza ambas manos cuando el grito “¡presidente, presidente!” es casi unánime. Camina de un lado a otro de la tarima, dominando su escenario, como casi siempre tiene collares de flores.
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Tras las presentaciones previas y el discurso de los otros. Se posa en el atril telescópico y comienza con su hablar pausado. Parece casi irreal pero el silencio de los de abajo es casi absoluto, en verdad le escuchan. Ya domina sus hits y sabe que todos serán recibidos con aplausos; el fin de la corrupción, la bajada en los precios de los energéticos, la SEP federal en Puebla, la cancelación de las pensiones de los expresidentes y todo su repertorio.
Ha hablado por casi una hora y 20 minutos y sigue recibiendo la atención, y al final consigue que lo despidan como llegó: “¡Es un honor estar con Obrador!”, “¡presidente, presidente!”, le grita un público que se le ha entregado. Después de todo ha tenido 12 años para ensayar estos mítines que maneja como si fueran conciertos.
ARP
