En la Ciudad de México se realizan 350 fiestas patronales al año, 57 de ellas en Iztapalapa. Una es para la Virgen de la Bala, una imagen bañada en oro y plata, y hasta hace 103 años con una corona de rubíes y perlas, la cual perdió ¡cuando fue empeñada!
Su culto poco a poco se ha recuperado y ahora se busca que tenga su propio altar.
“A inicios del siglo XVII, un hombre le disparó a su esposa; ella toma la imagen para protegerse y la bala penetró en la piana, en la base, de ahí su nombre”, refiere el maestro en historia del arte Naín Alejandro Ruiz Jaramillo.
En 1901 se la roban del hospital de leprosos de Jesús Nazareno y para 1913 el presbítero Rosendo Pérez Yniestra, originario de Iztapalapa, la encuentra ¡en el Monte de Piedad! La rescata, pero ya no tiene la corona, y se la lleva a la parroquia de San Lucas Evangelista, pero no le avisa a nadie y el culto disminuye.
Para 1956, dice el historiador, la parroquia de San Lucas cae en ruinas y trasladan a la imagen al santuario del Señor de la Cuevita, pero el párroco la coloca en un nicho a la entrada del atrio. Ahí estuvo abandonada, en la calle, a la intemperie. En 1958 alguien se la roba y la regresan en los 70, cuando la dejan adentro de la iglesia.
“La virgen ha sufrido, pues su nombre se relaciona con la violencia, pero es protectora contra las balas asesinas y en realidad debe llamarse la virgen Antibalas”.
En tanto, el párroco del santuario, Miguel Ángel Cruz, dijo que la virgen está en ese lugar con un sentido antropológico, espiritual y humano. “Aparece siempre de una manera romántica, silenciosa, con un sentido familiar y enmarcada de manera muy particular para Iztapalapa”.
Mencionó que además de que las mujeres le piden a la virgen tener hijos, que el parto salga bien, así como que sus maridos no las maltraten y se porten bien, ofreciéndoles zapatitos o pañalitos, “también vienen polis o soldados para que los libre de una bala. Ellos le dejan casquillos o la balita”.
Acotó que tiene dos fiestas patronales, una el 8 de diciembre, “por la evocación a la virgen en la Inmaculada Concepción, en el sentido de la aparición de la virgen de la Bala”, y el 12 del mismo mes, “por la celebración de la aparición de La Guadalupana”.
Queremos paz
Silvia Sandoval Guillén, presidenta de la cofradía de la virgen, dijo que ya les dieron los nuevos nombramientos que las acreditan como custodias de ésta, y ahora buscan recursos para ponerle un altar.
“Debe estar junto a su hijo, el Señor de la Cuevita, en un altar digno para venerarse. Trabajamos en ello, es un gasto grande, ojalá encontremos un padrino o donadores”.
A ella le corresponde llevarla los días 8 de cada mes a las diferentes casas para que la resguarden. “Solo somos un vehículo, pues es la virgen la que nos dice dónde quiere estar y la trasladamos con gusto, pues sabemos que será bienvenida porque la piden de corazón”.
Al llegar a un nuevo hogar, relató, la virgen recibe cánticos y rezos, y al instalarla en el lugar donde permanecerá los próximos 30 días, se hace un pequeño convivio.
Esta imagen se encuentra en una de las delegaciones políticas con mayor índice delictivo en la Ciudad de México. De acuerdo con la procuraduría capitalina, se cometen 75.9 delitos diarios.
De julio de 2015 a junio de 2016 se cometieron 27 mil 130, 80 por ciento de bajo impacto (robos de celular, a casa habitación y al interior de negocios sin violencia y delitos sexuales), mientras que 20 por ciento fue de alto impacto (hurto de vehículos, secuestro, violación, delitos contra la salud, con violencia a casa habitación, transporte público y a negocios).
“Iztapalapa es sinónimo de violencia, pero debe haber un alto a esa bala, a esa maldad, tal y como la virgen nos lo ha dicho. Mi devoción a la santísima virgen es rescatar uno de los cuatro baluartes de esta ciudad y que el mundo se entere que la Virgen de la Bala es para detener la violencia, queremos paz”, asentó Silvia.
Los milagros
El hogar de María Teresa Guerra fue el elegido por la virgen para quedarse un mes. La imagen descansa en un pequeño altar donde está una réplica del Señor de la Cuevita.
“Hemos pasado por una crisis fuerte, mi esposo se quedó sin trabajo y ahora que la virgen está aquí, ya hay, además de mucha alegría, felicidad”.
Entre los vecinos de Iztapalapa que han recibido favores de la virgen está Esther Collins: “Tenía cinco años de casada y no podía tener un bebé, me dijeron que se lo pidiera y pasó el milagro; la bendición llegó desde hace cuatro meses: Elena María”.
A Julia Herrera la ayudó a que su hijo naciera bien, pues cuando tenía ocho meses de embarazo el doctor le mencionó que a su bebé le faltaba líquido amniótico: “Me quería hacer cesárea, pero le pedí a la virgen de todo corazón que nos ayudara, y mi niño llegó a los nueve meses con un excelente peso y muy hermoso”.
Luis Campos aceptó que la virgen logró regresarlo con su esposa Juana: “Tomé malos pasos, pero ella me hizo retomar el buen camino para estar con mi familia. Además, me ayudó a salir bien de un par de operaciones, pues me encontraron un tumor entre el cólon, la vejiga y el recto, y gracias a ella no fue maligno”.
Al diacono permanente del santuario, Moisés Rodríguez, la virgen lo salvó de morir.
“A mi esposa y a mí nos paró un grupo armado en los límites de Guanajuato y Michoacán, nos encomendamos a la virgen y solo se llevaron la camioneta. Al llegar los federales nos dijeron que le diéramos gracias a Dios de que no nos mataron”.
El historiador Ruiz Jaramillo comenta que independientemente de ser religioso o no, la virgen es una pieza de arte sacro que merece ser resguardada.