En el Jardín Botánico de Culiacán, Sinaloa, un espacio temporal bautizado como el Muro de los Deseos, se ha convertido en un termómetro emocional de la ciudad.
Ahí, visitantes de todas las edades escriben mensajes que, en otros años, solían pedir juguetes, ropa o anhelos materiales propios de la temporada. Hoy el panorama cambió por completo. Lo que domina en cada papel colgado es una sola palabra: paz.
Los deseos navideños ya no son juguetes
Niños, adolescentes, adultos y personas mayores han llenado el muro con peticiones casi idénticas entre sí: que Culiacán vuelva a la calma, la violencia ceda, las familias vuelvan a sentirse seguras, y se rompa el ciclo marcado desde el 9 de septiembre de 2024, cuando inició una ola de agresiones del crimen organizado, la cual ha dejado miles de muertos en la entidad.
El muro, que nació como un gesto simbólico del Jardín Botánico para invitar a la reflexión durante la época decembrina, terminó revelando el desgaste emocional que arrastra la ciudadanía.
En lugar de palabras infantiles sobre muñecas, bicicletas o balones, abundan frases como “quiero que mi papá regrese seguro a casa”, “que ya no haya balaceras”, “paz para Sinaloa”, “que no nos falte nadie más”.
Sobrevive la esperanza en Culiacán
Desde que comenzó esta etapa de violencia, miles de hogares en el estado han quedado marcados por ausencias, desplazamientos y miedo cotidiano.
Pero también sobreviven —y se dejan ver en ese muro— signos claros de esperanza: la creencia de un cambio profundo y gente que no se resigna a la violencia como parte de la normalidad; que encuentra en un pequeño papel la posibilidad de nombrar los deseos para su ciudad.
El muro permanecerá en el Jardín Botánico durante toda la temporada navideña, recibiendo pedazos de fe de quienes, pese al contexto difícil, siguen apostando por la posibilidad de un futuro distinto.
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ksh
