Desde 1994, Juan Carlos Cabrera Rojas ha ocupado un sitio privilegiado y de enorme responsabilidad: la torre de control del Aeropuerto Internacional Plan de Guadalupe.
Tras 31 años y medio de servicio, este 2025 dejará ese puesto que lo convirtió en los ojos de los pilotos y en la voz que guió a miles de despegues y aterrizajes en la región sureste de Coahuila.
“En mi caso los turnos empiezan muy temprano: se revisa la visibilidad meteorológica, que los equipos estén funcionando, se prenden las luces de pista y a las siete de la mañana oficialmente arrancan las operaciones aéreas”, relató Cabrera.
Su labor en más de 30 años
Su trabajo, explica, siempre consistió en separar los tráficos, autorizar despegues y aterrizajes, además de ofrecer a los pilotos información precisa sobre las condiciones meteorológicas del aeropuerto.
Con más de tres décadas de experiencia, asegura que la vida en la torre lo ha llevado a momentos buenos y malos:
“A veces la experiencia te la da un incendio en cabina, un accidente o un incidente que vas aprendiendo a atender con el tiempo. En un escenario bueno, las operaciones transitan con normalidad, como un cielo despejado y con visibilidad suficiente”.
Recuerda, por ejemplo, el accidente de un Cessna 340 que cayó al sur de la pista 35, en Ramos Arizpe, del que afortunadamente los tres ocupantes salieron con vida. O el caso de una aeronave que reportó su posición rumbo a Saltillo y, de un momento a otro, dejó de contestar:
“Después supimos que se había impactado en la sierra. Es muy feo, porque hablabas con el piloto y de repente ya no lo escuchas. Aunque no sea tu culpa, se siente un peso enorme”.
Cabrera describe a este aeropuerto como un sitio singular: “Está metido en una zona montañosa, con niebla en invierno que complica las operaciones. Un día podemos tener 80 vuelos y al siguiente apenas 10. Es un aeropuerto pequeño, pero complicado para volar”.
En su experiencia, ese entorno exige máxima concentración, aunque también ha permitido atender desde cargueros internacionales hasta vuelos privados y gubernamentales, siempre con la exigencia de hacerlo en inglés o en español, según el caso.
Después de tres décadas, Cabrera explica que dejará su lugar en la torre porque la administración pasará gradualmente a los Servicios a la Navegación en el Espacio Aéreo Mexicano (SENEAM).
“Primero toman Saltillo, después Piedras Negras y luego Monclova. Las tres torres que operaba el organismo estatal ahora serán federales”.
Aunque seguirá vinculado al área aeronáutica dentro del Gobierno de Coahuila, reconoce que será extraño no ocupar más la cabina de control desde donde observó a pilotos iniciar y terminar su carrera, y donde acompañó tanto vuelos de rutina como emergencias.
“Imagínate, son 31 años platicando con pilotos, viéndolos retirarse, reencontrándome con colegas. Es una experiencia muy grande y te da mucho gusto ver a la gente de este medio”, compartió.
Con la inminente llegada de nuevas aerolíneas comerciales a Saltillo y las obras de remodelación en la terminal, Cabrera se despide de la torre con la esperanza de que los saltillenses vuelvan a confiar en volar desde su ciudad.
“Será una gran ventaja no tener que ir hasta Monterrey para tomar un avión. Yo ya no estaré arriba, pero me da orgullo haber sido parte de esta historia”.
dahh.