Cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), muestran el aumento en el consumo de productos procesados, comida rápida y reducción drástica de verduras en las ciudades y consecuentemente la pérdida nutrientes y del concepto de cultura alimentaria, que supone una selección de platillos que poseen tradición, herencia e identidad.
De acuerdo con la clasificación a los alimentos por tipo de nutrientes, los hogares destinaron un 47 por ciento de su gasto en alimentos proteínicos de origen animal; un 35.3 por ciento a los compuestos de calorías, carbohidratos y grasas: un 15 por ciento a alimentos con vitaminas y minerales, y un 2.6 por ciento a productos de origen vegetal, muestra la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de Medio Camino 2016.
TE RECOMENDAMOS: Nueva cartilla de vacunación ahora será electrónica
Las bebidas endulzadas son el producto que más consumen los adolescentes del campo y el segundo que más ingieren los niños y los adultos de las ciudades así como comida chatarra.
En términos generales los ocho de cada diez citadinos continúan consumiendo bebidas azucaradas, en las ciudades, alerta el organismo estadístico.
Botanas, dulces, postres y cereales azucarados también forman parte de la dieta regular de las ciudades, aun por encima del huevo, la carne, las frutas y las verduras, dice la encuesta.
En ese tenor, Fiorella Espinosa, investigadora en Salud Alimentaria de la organización civil El Poder del Consumidor, advierte que sobran alimentos de baja calidad nutricional y procesada.
Y agregó: "Se entiende que la alimentación debe satisfacer las necesidades de dieta, teniendo en cuenta la edad de la persona, sus condiciones de vida, salud, ocupación, sexo, entre otros factores. Por ejemplo, si la alimentación de las y los niños no contiene los nutrientes necesarios para su desarrollo físico y mental, no es adecuada.
Una alimentación con gran densidad de energía y escaso valor nutritivo, que puede contribuir a la obesidad y otras enfermedades, podría ser otro ejemplo de alimentación inadecuada.
Aseguró que los alimentos deben ser seguros para el consumo humano y estar libres de sustancias nocivas, como los contaminantes de los procesos industriales o agrícolas, incluidos los residuos de los plaguicidas, las hormonas o las drogas veterinarias.
La alimentación adecuada debe ser además culturalmente aceptable, luego de ejemplificar que en algunas culturas alimentos que desde el punto de vista religioso o cultural están prohibidos a quienes los reciben o no se ajustan a sus hábitos de comida no sería culturalmente aceptable, dijo la investigadora.
MCLV