Para la cultura, el año que concluyó fue de cambios y festejos. Los movimientos se dieron naturales al asentarse los nuevos gobiernos tanto Estatal como municipal, mientras que diversas instituciones festejaron sus aniversarios.
Sin embargo, el 2016 no estuvo exento de críticas y pérdidas. También fueron complicados los recortes presupuestales donde la Federación entró al quite para apoyar al Festival Internacional de Santa Lucia, con 11 millones de pesos.
Numerosos cambios
Con la llegada de Ricardo Marcos a la presidencia del Consejo para la Cultura y las Artes de Nuevo León (Conarte) se dieron cambios en las diversas direcciones, como en el Centro de las Artes y la Casa de la Cultura de Nuevo León.
En la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) también llegaron relevos. José Garza Acuña fue nombrado secretario de Extensión y Cultura, mientras que Antonio Ramos Revillas llegó a ocupar la dirección deEditorial Universitaria.
Museo, de manteles largos
El Museo Regional El Obispado celebró su 60 aniversario con la exposición Cinco mil años de escritura, muestra que reunió más de 300 piezas, pero además lo hizo con espectáculo diferente, ya que se creó una proyección de video mapping conmemorativo.
Mientras que el Museo de Arte Contemporáneo también conmemoró sus 25 años de funciones, con una serie de exposiciones, además de la edición de un libro, un concierto y diversas actividades donde se convocó a la comunidad.
Recortes presupuestales
El 2016 no fue un año exento de polémicas. Los recortes presupuestales afectaron proyectos y programas, por lo que para realizar el Festival Internacional Santa Lucía, el Estado y la Federación tuvieron que aportar recursos extraordinarios para que el evento fuera todo un éxito.
La Feria Internacional del Libro de Monterrey implementó el cobro de 20 pesos por ingreso para adultos. La medida generó críticas, particularmente en su primer lunes cuando la entrada fue de 200 pesos y se impidió que los visitantes escolares pudieran recorrer los stands.
El Ejército de Estados Unidos repatrió los restos de 11 soldados estadunidenses caídos en combate durante el episodio llamado la Batalla de Monterrey de 1846.
La medida, considerada como histórica para el país, se dio en medio de gran hermetismo por parte de autoridades federales y locales del INAH.
La delegación en Nuevo León del INAH se vio envuelta en una polémica, cuando se documentó la demolición de una casona protegida por sus catálogos en la calle de Allende, en pleno centro de Monterrey