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Fuego, flores y balché: así renace el Año Nuevo Maya en Yucatán

Se realizó una ceremonia en la que se encendió el fuego, con el color amarillo del sur, que trae el viento para fertilizar a la Madre Tierra.

Vestidos de blanco y con velas en la mano, decenas de personas se reunieron al pie de la pirámide Chen Hó, en el poniente de Mérida, para recibir el Año Nuevo Maya

La ceremonia, llena de símbolos y aromas ancestrales, marcó el inicio de un nuevo ciclo con el encendido del fuego sagrado, justo donde los antiguos sabios del sur dejaron sus enseñanzas.


El calendario maya Wayeb comienza la renovación de los 365 días, pero da el paso a un nuevo ciclo, es decir, el calendario Haab, compuesto por 18 meses de 20 días y uno más de sólo cinco días.

Según el calendario maya, este nuevo año lleva el nombre de Ub Kan K´in , el “Paso del Sol sobre nuestra Madre Tierra”. El fuego —alimentado con miel, leña, licor de balché, copal e incienso— no sólo es un elemento ritual: representa la purificación, la limpieza espiritual y la energía positiva para el año que comienza.​

“Este año, como es un color amarillo, y el amarillo es el color del Sur, es donde vienen las semillas del Sur, del aire que viene del sur para poder fertilizar nuestra Madre Tierra”, explica Tiburcio Can May, sacerdote maya.

Alrededor del fuego se trazan cuatro caminos floridos que simbolizan los rumbos del calendario Haab. Cada punto cardinal está representado por un color ancestral: el rojo del Este, puerta del sol y la vida; el negro del Oeste, vinculado al espíritu; el blanco del Norte, que representa la claridad y el agua; y el amarillo del Sur, símbolo de la semilla y la abundancia.

“El amarillo es el color del sur, de donde vienen las semillas y el aire que fertiliza la Tierra”, explicó Tiburcio Can May, sacerdote maya. Junto a él, Rodolfo Puch recordó que el balché, bebida sagrada, también purifica el cuerpo, así como las velas limpian el alma.
Para encender el fuego maya es necesario la miel, licor de balché y leña
Para encender el fuego maya es necesario la miel, licor de balché y leña.

Sin embargo, más allá del ritual, hubo también un llamado urgente: rescatar la cultura maya entre las nuevas generaciones. “Cada año vemos menos jóvenes. La religión maya se está perdiendo”, lamentó Rodolfo, sacerdote maya.

Luego de los rezos de los sacerdotes, la gente caminaba por uno de los cuatro senderos rumbo al fuego para lanzar con la mano derecha su vela blanca y pedir sus deseos al dios Kukulcán: 

“El papel del fuego en la ceremonia es purificar; es purificar, limpiar, traer buena energía, alejar todo lo negativo para que seamos todos positivos, esa es la función del fuego”.

La ceremonia se realiza cada 26 o 27 de julio, fecha en que, según los antiguos mayas, el calendario entra en un nuevo ciclo solar. Mientras tanto, en otras regiones del mundo maya, como Guatemala, la celebración se realiza en febrero. Pero en Yucatán, la tradición sigue viva gracias a quienes, con fuego, flores y plegarias, mantienen el vínculo sagrado con la tierra.

“La ceremonia en sí es una energía que se dispersa a través del planeta para pedir por la sanación, por el amor, por la paz, por la conciencia de la humanidad", detalló Angélica Santiago Olvera, del colectivo Danza Mexica en Mérida.
Se expande a través de esta ceremonia, de las danzas, del copal y esa es la intención tanto de la cultura maya, como de todas las culturas de Mesoamericanas, que buscan la armonía en el ser humano”.

Los antiguos miembros de la comunidad maya buscan promover la ceremonia para que no se olvide.
Los antiguos miembros de la comunidad maya buscan promover la ceremonia para que no se olvide.

Para los mayas, la abundancia no se limita a lo material. Es un concepto integral que abarca la fertilidad de la tierra, la salud del cuerpo, la armonía familiar y la paz interior. Durante la ceremonia, los asistentes lanzaban al fuego una vela blanca con la mano derecha mientras pedían deseos al dios Kukulcán. Era un acto de fe, pero también de conexión con las fuerzas naturales.

“Este es un año de abundancia, no solo para nosotros, sino para todo el mundo”, expresó Can May. El fuego, en este contexto, se convierte en un puente para atraer lo bueno y alejar lo negativo.

La intención detrás del ritual es que la energía de la abundancia se extienda más allá de la comunidad. Por eso, el círculo de flores que rodeaba el altar estaba orientado hacia los cuatro rumbos del universo, como una invitación a que esa prosperidad llegue a todos los rincones del planeta. Según los sacerdotes, el Año Nuevo Maya es una oportunidad para sembrar en la Tierra y en el espíritu

Así, la ceremonia se convierte en un llamado a cuidar el entorno, agradecer por lo que se tiene y abrirse con esperanza a lo que está por venir.

MD


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Alejandro Ruvalcaba
  • Alejandro Ruvalcaba
  • Corresponsal en Yucatán. Apasionado por la fotografía; disfruto capturar con mi lente mecánico zonas arqueológicas y el mar.
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