En la creación del mito de Dioniso (Baco en la mitología romana), se le confirió al dios el poder de la sabiduría, en torno a los secretos de la vendimia y la elaboración del vino como agente impulsor de alegrías y tragedias, que culminaban en muerte y venganza.
Pero voluble, el dios también olvidaba y de esta manera permitía de nueva cuenta la renovación de los pueblos.[OBJECT]
Cuenta la historia sobre el vino que Icario de Atenas, padre de Erígone, debido a su nobleza y trabajo, fue premiado por el dios quien le compartió el vino y le pidió a su vez que lo repartiera con los pastores y campesinos.
Y aunque al principio estos se sintieron agradecidos, al verse embriagados mataron a Icario creyendo que habían sido envenenados por él.
Al amanecer, su hija Erígone junto a su perro Mera salió a buscarlo, encontrando el cuerpo de su padre sin vida.
Invadida por la tristeza, la muchacha decidió ahorcarse colgándose de un árbol carniseco junto a la tumba de Icario, en tanto que Mera, el perro de casa, al ver a su ama muerta, se lanzó al mar.
Dioniso enfurecido, castigó a los hijos de Atenas prolongando una sequía y haciendo que todas las mujeres vírgenes de la ciudad se quitaran la vida, al igual que la hija de Icario.
Esto llenó de terror a los pobladores, quienes para evitar que las tragedias familiares se perpetuasen, comenzaron a colocar máscaras de piedra en los árboles como una forma de sustitución de las víctimas y en busca del perdón.
El dios vio entonces que era bueno terminar con las muertes y le devolvió la vida a Atenas y a sus mujeres, convirtiendo a la hija de Icario en la constelación de Virgo, al padre en la de Boyero y a Mera, el perro de casa, en la estrella Porción.
Pareciera que poco o nada refiere esta historia a las fiestas de la vendimia de la Casa Madero.
Sin embargo, la celebración en Parras de la Fuente remite a cantos e historias agrícolas milenarias, donde el dios de la vegetación y el éxtasis, es decir, Dioniso, mantiene como sus principales discípulas a las Ménades ("Locas") o Bacantes, que con giros frenéticos alcanzaban un punto climático, ataviadas con pieles de ciervo mientras cantaban, bailaban y vagaban con antorchas y cayados.
La fiesta de San Lorenzo inició con una misa de agradecimiento por la buena cosecha, seguida de una procesión de danzantes de 7 comunidades, que descendieron del Cerro de la Cruz en medio de la oscuridad de la noche, alumbrados apenas por fugaces luces de pirotecnia y antorchas que dibujaron su camino.
En procesión con matices místicos y paganos, los danzantes llegaron al caso de la Hacienda de San Lorenzo, para bailar frenéticamente en torno a fogatas, concluyendo el ritual al ritmo de los tambores y los pasos acentuados por sandalias y huaraches.[OBJECT]
Los lugareños refieren que muchas tradiciones se han perdido: desde la instalación del palo encebado y hasta el correr del torito.
Pero lo que más lamentan es que se apaguen las fogatas debido a que algunos lugareños e incluso forasteros, tras la embriaguez y en actos frenéticos, se lanzaban hacia las llamas del fuego en un intento de demostración de valentía y supervivencia que culminaban siempre en tragedia.