Como parte de las actividades del Guanajuato International Film Festival (GIFF), la actriz Verónica Castro recibió este miércoles el reconocimiento Cruz de Plata, así como una presea denominada La musa, por parte de la Asociación de Mujeres en el Cine y la Televisión, quienes su trayectoria influyente y su impacto transformador en la televisión mexicana.
Durante una conferencia magistral y a la que tuvieron acceso varios medios de comunicación, admiradores y público en general, la estrella de emisiones clásicas como Mala noche… ¡No!, Los ricos también lloran o Rosa Salvaje, compartió vivencias profesionales y reflexiones de vida, ahora que está próxima a cumplir 58 años de trayectoria artística en los que ha participado en más de 400 programas y entrevistas, reinventándose constantemente y adaptándose a los cambios del medio.
Entre otras cosas, la actriz y cantante recordó sus inicios trabajando junto a Armando Manzanero y Pedro Vargas, destacando que incluso llegó a desempeñarse como secretaria de este último. Durante la charla también se resaltó su preparación académica, ya que es licenciada en Relaciones Internacionales por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), por empuje de su madre, Socorro Castro Alba.

“Firmé un reto en mi vida, confié en mí misma y procuré no equivocarme”, respondió cuando le preguntaron cuál era el secreto de su permanencia. “Hay que saber torear y creo que he sido una buena torera”, comentó tajante. También aprovechó para dar un consejo a las nuevas generaciones: “no se la crean y váyanse por la derecha”, dijo.
La también cantante se dijo orgullosa de haber sido pionera en visibilizar a las madres solteras y proveedoras, y considera importante continuar abriendo camino para las futuras generaciones de mujeres. A sus 72 años, tras casi seis décadas de trayectoria, opta por el bienestar personal y se declara lista para disfrutar su legado sin regresar solo por nostalgia o presión externa.

“Muchos años, muchas historias… gracias por este aplauso tan hermoso. Me siento feliz de estar reunida con ustedes y estoy profundamente conmovida. Esto no es un premio más, es uno muy importante, por lo que representa para todas las mujeres —declaró durante el evento, en el que estuvo acompañada por la productora Rosy Ocampo—. Cuando comencé, nosotras teníamos que demostrar el doble y hablar el triple, y aun así nunca dejamos de contar nuestras historias. Hoy celebramos lo que las mujeres hemos ganado”, agregó.
Aun así, reconoció que faltan muchos terrenos por conquistar. “Mientras existan abusos, no podemos conformarnos. Debemos alzar la voz y decir: ‘basta’, construir espacios sin miedo, y permitir que nuestra luz brille sin que nadie la apague. Como mujer viví muchas luchas, por eso recibo este premio con humildad y fortaleza, orgullosa de ser quien soy y de representar una semilla de igualdad”.
Desde el escenario del Centro Cultural Ignacio Ramírez, su mensaje vibró como un legado de fortaleza femenina y pasión por el cine. “Los amo, estoy muy agradecida y lo único que tengo en este momento en mi vida para el público en realidad es darles las gracias por haberme aceptado tantos años, seguido un canal de televisión o pagado un boleto de teatro o una entrada de cine. Ahora no me queda más que darles las gracias”, dijo visiblemente emocionada, durante el evento en el que estuvo acompañada por su hijo Michelle.
Ese cierre de festival no solo fue un tributo: fue un acto de sororidad y reconocimiento público que, en palabras de la propia Verónica Castro, se reduce a una frase: “Que viva el cine con voz de mujer”.

La enorme trayectoria de Verónica Castro
Verónica Judith Sáinz Castro, nacida el 19 de octubre de 1952 en la Ciudad de México, dio sus primeros pasos en el mundo del espectáculo siendo muy joven. Con apenas 15 años, logró una beca para estudiar actuación en la Academia Andrés Soler de la Asociación Nacional de Actores, impulsada por el político Pedro Luis Bartilotti.
Durante el bachillerato, compaginó los estudios con su trabajo como modelo en diversas fotonovelas populares de la época, entre ellas La romántica Samantha, Citas y Chicas, lo que marcó su incipiente debut artístico. Desde sus primeros pasos en la pantalla chica, Verónica Castro se consolidó como una figura versátil y cautivadora, en programas como En familia con Chabelo, donde permaneció cinco años, Buenas tardes, buena suerte (1969) junto a Paco Malgesto, o Revista musical Nescafé, donde compartió espacio con Rubén Zepeda Novelo y León Michel.
Verónica brilló con luz propia y se convirtió en una de las figuras más emblemáticas de las telenovelas mexicanas a raíz de su primer protagónico en el icónico melodrama Los ricos también lloran, bajo la producción de Valentín Pimstein, pues no sólo interpretó a la inolvidable Mariana Villarreal, sino que también cautivó al público cantando el tema principal, “Aprendí a llorar”.
Lo extraordinario fue el alcance mundial de la producción que se exportó a más de 120 países y se dobló en alrededor de 25 idiomas, incluyendo portugués, italiano, ruso, japonés, polaco, árabe y coreano.

Posteriormente, en 1987, regresó a la pantalla con Rosa salvaje, nuevamente de la mano de Pimstein y acompañada de Guillermo Capetillo. Con esta telenovela no solo consolidó su fama en Latinoamérica, sino también se convirtió en un ícono global en continentes como Asía y Europa, donde fue nombrada la "reina de las telenovelas mexicanas".
Castro no solo dominó la televisión mexicana como actriz, sino que transformó la conducción con su singular estilo, gracias a emisiones como Mala Noche… ¡No!, La movida, Iberoamérica va y, más recientemente, algunas de las temporadas del reality show Big Brother.
Sus últimas participaciones en la pantalla chica llegaron de la mano del productor Pedro Torres, en un episodio de la primera temporada de la serie Mujeres Asesinas, y como Virginia de la Mora, en La casa de las flores, escrita y producida por Manolo Caro.
CST