José Madero no suele abrir del todo la puerta a su vida personal, pero esta vez lo hizo. En una reciente conversación con el periodista musical Javier Paniagua, el ex vocalista de PXNDX habló con una honestidad inusual sobre su estado emocional, su relación con la música y el punto de quiebre que lo llevó a cuestionar su ritmo de vida.
El intérprete de Sinmigo está a mitad de su gira “Sarajevo”, una de las más grandes de su carrera, que culminará con un concierto en el Estadio GNP Seguros de la Ciudad de México. Sin embargo, detrás del éxito y los estadios, Madero admitió que atraviesa una etapa difícil: “Estoy en un momento medio oscuro en mi vida”.
	
	El peso del éxito y la pérdida de la motivación
Durante la charla, José Madero reconoció que, a pesar de su trayectoria y del cariño del público, a veces pierde la brújula que lo guía como artista. “Sí hace falta que alguien me lo recuerde, güey, porque de repente se pierde un poco la motivación o la brújula”, confesó.
El músico explicó que esta sensación se intensificó tras el lanzamiento de su más reciente sencillo, cuando notó que no experimentó el entusiasmo habitual.
“Lancé una canción hace unas semanas… y ni yo hice tanto pedo por la canción. Estoy en medio de una gira, de otros proyectos, y como como que se me olvidó la importancia que para mí tiene los días de lanzamiento o de lanzar música nueva"
Esa desconexión, dice, lo llevó a preguntarse por qué sigue haciendo lo que hace. Pero, en medio del cansancio, encuentra respuestas en su público.
“Una motivación fuerte para mí es la cara de la gente en los shows. Me toca mucha gente que me ve y empieza a llorar, y ahí digo: eso es por lo que hago esto”.
Un momento de crisis en Sudamérica
Fue durante su reciente gira por Sudamérica cuando Madero tocó fondo emocionalmente. Entre retrasos de vuelos, cansancio acumulado y el desgaste natural de las giras, el cantante tuvo un momento de introspección que lo obligó a detenerse.
"Hay veces que que que he estado a punto de no sé, de rendirme, que sucedió hace poco eh en una gira en Sudamérica en este año. Se te empieza es acumular todo y aparte yo no estaba o no estoy en un momento emocional, digamos, muy estable ... estoy en un momento medio oscuro en mi vida. Y como que se me juntó todo después de un show en Medellín, donde íbamos a regresar a México por una semana y regresar a Ecuador"
Ese gesto, aparentemente menor, fue, en realidad, un punto de inflexión. En Ecuador, lejos de casa, Madero se dio cuenta de algo que lo golpeó profundamente: podía quedarse allí sin que nada cambiara.
"Me puedo quedar en Quito una semana para no regresar a México. Madres, gracias a Dios se quedó alguien de mi de mi staff, Marco, se quedó conmigo. Eh, no sé qué hubiera pasado si me hubiera quedado solo. Ahí me dio un break en la cabeza. Dije: ¿Qué estoy haciendo con mi vida? No estoy disfrutando esto. No tengo vida propia ni personal, estoy dedicado 100% a esto”, relató. “No regresé a México porque no tenía que regresar. Nadie me estaba esperando, güey. Pensé: ¿para qué voy esos tres días? No tengo nada que estar haciendo allá”.
Esa revelación fue el detonante de una crisis más profunda. Por primera vez, el músico se enfrentó a la idea de que su vida personal se había diluido por completo en su carrera.
Comprendió que su identidad giraba sólo en torno al escenario y que, fuera de la música, no existía un espacio que lo hiciera sentirse acompañado, esperado o en calma.
Esa semana en Quito se convirtió en una pausa forzada para mirarse desde fuera y aceptar que necesitaba reconstruir algo más que su agenda de conciertos: su propia vida.
Agregó: "Entonces todo esto pasó en Sudamérica y la pasé terrible, muy cabrón. Dije que descuidé al 100% mi vida. Y creo que es un síntoma de de la gira que decidí tener y que me permitió tener el público. Lo estoy diciendo como algo malo, pero fue nada más una consecuencia mala que que está sucediendo en mi cabeza porque no tengo respiro, no tengo no tuve un respiro para rehacer mi vida. privada".
La necesidad de rehacer su vida: “No quiero llevarlo al quiebre real”
Aunque no tiene claro qué significa exactamente “rehacer su vida”, sí sabe que necesita encontrar propósito más allá del escenario: “Me gustaría tener más propósitos que simplemente ser el güey que se para en un escenario a cantarle a la gente. Soy más que eso”.
Entre risas, reconoció que ha dejado de lado casi todo fuera de su carrera: “No diría vida espiritual, pero tengo cero vida espiritual. Tampoco vida sentimental ni amistosa. Está todo desatendido y necesito poner atención”.
Consciente del desgaste emocional y físico que implica mantenerse en gira constante, Madero aseguró que ya está tomando medidas para bajar el ritmo y reencontrar su balance.
"Entonces voy a a tratar de agarrar ese respiro para ver qué qué camino va a agarrar mi vida, porque si no no puedo seguir así, no puedo estar queriendo estar de gira todo el tiempo porque no tengo nada que estar haciendo en Monterrey".
A meses de su concierto en el Estadio GNP, José Madero llega en un punto de inflexión. Mientras el público celebra su éxito, él reflexiona sobre lo que ha tenido que sacrificar para sostenerlo. Su honestidad revela algo más que cansancio: una búsqueda genuina de equilibrio y sentido.
"O sea, emocionalmente 100% tengo que bajarle. Y ya empecé a tener conversaciones al respecto. Esto que te conté de Sudamérica me llevó a tener conversaciones con pues con la las partes de mero arriba de mi equipo, ¿no? Eh, de qué puedo hacer, güey. ¿Qué podemos hacer? Porque no quiero llevarlo al quiebre esto, porque me siento quebrado, güey. No quiero llevarlo al quiebre real. Sí, no. Pues tenemos que bajarle el pie al al acelerador".
Quizá, tras ese merecido descanso, el músico regrese renovado, no sólo como artista, sino como persona, para reencontrarse con la motivación que lo hizo componer sus primeras canciones.
Mira la entrevista completa aquí:
A.G.