Pocas canciones en la historia del rock llevan consigo una carga emocional tan intensa como "The Show Must Go On". A más de tres décadas de su lanzamiento, el tema sigue despertando curiosidad por lo que representó para Queen y, especialmente, para su legendario vocalista Freddie Mercury.
Detrás de su melódica solemnidad y de su letra profundamente simbólica, existe una historia marcada por la resistencia, la vulnerabilidad y una fuerza artística que trascendió los límites de la salud y el tiempo.
Hoy a 34 años de su fallecimiento, nuevos detalles vuelven a poner en perspectiva lo que realmente significó esta grabación para Mercury.
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¿En qué estado se encontraba Freddie Mercury cuando la grabó?
Durante la grabación del disco Innuendo, Freddie estaba muy debilitado por el VIH. Según Brian May declaró a RTVE, le costaba caminar, sentarse, e incluso moverse sin dolor.
Sus compañeros dudaban si podría alcanzar las notas altas tan exigentes de la canción, por lo que Roger Taylor estaba listo para asumir los falsetes.
Aun así, Mercury tomó un trago de vodka antes de entrar al estudio y dijo con decisión "Lo haré cariño".
"Cuando vino al estudio a grabar la canción no estaba en buen estado físico, le costaba caminar, incluso sentarse, le dolía todo", expresó Brian May
Una toma única para la eternidad
La voz de Freddie quedó registrada en una sola toma sin cortes, por su estado físico, no hubo oportunidad para rehacer la grabación, la interpretación quedó como testigo de su fuerza creativa, su vulnerabilidad y su convicción.
Esa versión final se convirtió en un símbolo, no solo del dolor, sino de un artista que decidió resistir con su arte hasta el último momento de su legendaria carrera.
La canción como legado y despedida
Aunque The Show Must Go On no fue pensada como una despedida explícita, la profundidad de la letra y la intensidad de la voz de Freddie la han convertido en una potente carta de resistencia y legado.
Hoy es uno de los himnos más emotivos de Queen, versionado en homenajes, pero nadie logra igualar esa grabación final con toda su carga emocional.
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