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[Multimedia] Ojos que no ven

La industria del cine estadunidense sacó a Michael Cimino prácticamente de la nada y de buenas a primeras lo elevó hasta las más altas cumbres del éxito con 'El francotirador'.

Pocos han pasado en Hollywood por momentos de amargo terror como los que vivió Michael Cimino al comienzo de los ochenta. Pocos también han metido la pata como él en un negocio en el que se invierten cientos de millones de dólares en cada proyecto. La industria del cine estadunidense lo sacó prácticamente de la nada y de buenas a primeras lo elevó hasta las más altas cumbres del éxito con una controvertida película, El francotirador, su segunda aventura fílmica como director. Como el mayor de sus méritos, la película vertió galones de gasolina a la hoguera de los jaloneos ideológicos entre la desaparecida URSS y Estados Unidos en los últimos años de la Guerra Fría.

Prácticamente a modo de premio por la manera como hizo rabiar a los comunistas con una historia de heroicos muchachos estadunidenses acribillando alegremente a los vietnamitas, le encomendaron enseguida la realización de una película de aliento épico, Las puertas del cielo, que por sus muchas deficiencias lo arrojó al vacío desde las alturas donde andaba. Un costoso desastre por todas partes. Montones de dinero tirados a la basura. Después de múltiples cirugías extremas, la industria de hollywood salvó lo que pudo de su inversión y de las casi seis horas de duración de su grandilocuente relato. No mucho. Luego de mandar al infierno de la quiebra a sus aterrados productores, Cimino, que estaba llamado a ser el máximo apologista en el cine de la idiosincrasia estadunidense, siguió siendo un director inexperto, con una desnutrida filmografía de ocho películas hasta hoy. El heredero ideológico del racista fundador de Hollywood David Wark Griffith tiene ahora 76 años, y en una de sus raras apariciones en público acaba de declarar a la prensa como si nada que nunca ha hecho películas para expresar un punto de vista político.

Su condición de vilipendiando realizador le parece divertida. Eso dice. Asegura también que jamás perdió la fe en su denostada obra y que "sabía perfectamente lo que había hecho, dijeran lo que dijeran". Con la cabeza quién sabe dónde, habla como si estuviera orgulloso por lo que hizo.

Parece que no solo para el fracasado realizador ha pasado desapercibida la marca política que lleva en la frente y su ausencia de talento. También para un ejército de críticos de cine de todo el mundo reclutados hace poco por la BBC para enlistar las 100 mejores películas estadunidenses de todos los tiempos. Por increíble que parezca, en el resultado de sus deliberaciones aparece la fallida Las puertas del cielo al lado de obras maestras como El nacimiento de una nación, de Griffith, El ciudadano Kane, de Welles, o Amanecer, de Murnau.

Estas listas, ya se sabe, responden a menudo a intereses asociados con el negocio del cine, más allá de los criterios relativos de quienes las integran, no relacionados necesariamente con la calidad ni el talento.

El agraviado cine en este caso resultó sin duda peor que la vida.

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Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MILENIO DIARIO, S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.
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