Una de las estrellas más brillantes dentro del cine durante la década de los 80, Michael J. Fox, reconocido por protagonizar el clásico Volver al Futuro, fue diagnosticado inicialmente con un trastorno generativo a principios de los años 90.
Una mañana de 1990,Michael J. Fox se despertó y notó algo extraño en su pie izquierdo, su dedo meñique se movía por sí solo de una forma extraña e incontrolable, por lo que decidió ir al médico. El diagnóstico le llegó un año después a través de un neurólogo: tenía Parkinson, una enfermedad que aparece en personas mayores de 50 años, pero él solo tenía apenas 30.
Ahora, la estrella de Volver al Futuro es el protagonista de un nuevo documental estrenado en el Festival de Cine Sundance en donde se muestra hablando de su enfermedad.
Ante el temor a su diagnóstico, Fox reveló que volvió a beber: "No sabía lo que estaba pasando. No sabía lo que venía. Entonces, ¿qué pasaría si pudiera tomar cuatro copas de vino y tal vez un trago?”
"Definitivamente era un alcohólico", agrega, aunque revela que ahora ha "pasado 30 años sin tomar una copa".
Fox admite que su esposa e hijos lo ayudaron a estar sobrio, diciendo: "Tan bajo como el alcohol me había traído, la abstinencia me bajaría. Ya no podía escapar de mí mismo”.
Michael habló de lo más difícil de vivir con Parkinson, de convivir diariamente con él. Sin embargo, admitió que ha encontrado la felicidad en toda esta oscuridad.
"No puedes fingir en casa que no tienes Parkinson porque estás allí con él. Si estoy en el mundo, estoy tratando con otras personas y ellos no saben que lo tengo. Ha sido una lucha, pero estoy feliz. Lo digo porque espero que en algún nivel las personas puedan encontrar la felicidad a pesar de lo que están pasando", dijo.
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