El icónico actor de Hollywood, Daniel Day-Lewis, ha roto su silencio después de un retiro de ocho años para aclarar que, en realidad, nunca tuvo la intención de dejar la actuación de manera definitiva.
En una entrevista con la revista Rolling Stone, el aclamado intérprete confesó que lamenta haber hecho una declaración tan categórica en 2017 y que, en retrospectiva, “habría hecho bien en mantener la boca cerrada”.
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La compulsión de dejar la actuación
Day-Lewis explicó que su decisión no fue un adiós permanente, sino una pausa para dedicarse a otros intereses. A pesar de que su vocación era fuerte, sintió la necesidad de dar un paso al costado en ese momento.
“Quería poner punto final. No quería volver a involucrarme en otro proyecto. Toda mi vida he dicho que debería dejar de actuar, y no sé por qué esta vez fue diferente, pero el impulso de dejarlo se apoderó de mí y se convirtió en una compulsión. Era algo que tenía que hacer”.
El actor, conocido por su intensa dedicación a cada papel, confesó que su retiro se debió a un sentimiento de vacío tras finalizar el rodaje de El hilo invisible. El proceso lo había dejado “hueco” y temía no volver a encontrar la misma pasión.
"Y fue solo en la última experiencia haciendo El hilo invisible que empecé a sentir con fuerza que tal vez ya no habría esa regeneración... Que probablemente debería alejarme de ella, porque no tenía nada más que ofrecer”.
La decisión de Day-Lewis de alejarse se relaciona directamente con su papel de Reynolds Woodcock, un modista de alta costura, meticuloso y obsesivo. Su profundo compromiso con el personaje le hizo sentir que no podía volver a pasar por un proceso tan emocionalmente agotador.
"Hubo aspectos de mi estilo de vida que nunca asumí, desde el día que empecé hasta hoy. Hay algo en ese proceso que me dejó con una sensación de vacío al final... Es decir, lo conocía bien. Entendí que todo era parte del proceso y que, con el tiempo, habría una regeneración”.
El caso de Daniel Day-Lewis no es el único en Hollywood. Se han conocido casos de artistas que, tras interpretar papeles muy fuertes, terminan con problemas de salud mental, como Heath Ledger, Jim Carrey y Evan Peters.
Esto demuestra la importancia de que los actores mantengan límites claros para su bienestar.
Las pausas de una carrera legendaria
A lo largo de su trayectoria, Day-Lewis ha demostrado que las pausas son una parte fundamental de su proceso creativo. Su primer “retiro” público se dio a finales de la década de los 90.
Después de filmar El boxeador en 1997, el actor se retiró de Hollywood durante cinco años. Durante ese tiempo, se mudó a Florencia, Italia, donde se convirtió en aprendiz de zapatero con un maestro artesano, trabajando de forma anónima y alejado por completo del mundo del cine.
Este patrón en su carrera demuestra que su última declaración de retiro fue más una necesidad personal para reconectar con otros aspectos de su vida que un adiós definitivo.
El regreso y la ansiedad de volver
El regreso de Daniel se da con Anemone, una película dirigida por su propio hijo, Ronan. El actor, que no había aceptado un papel desde 2017, admitió que al principio sintió un poco de miedo por regresar a la industria:
"Era solo una especie de miedo de bajo nivel, una ansiedad por volver a involucrarme con el negocio del cine. El trabajo siempre fue algo que amé. Nunca, jamás, dejé de amar el trabajo”.
A pesar de sus dudas, Day-Lewis describió la experiencia de trabajar con su hijo como “una alegría pura”, la cual encendió de nuevo “el fuego” que lo motivaba. También confesó que su orgullo lo mantuvo a raya, pues sabía que algún día volvería a la actuación:
"Si dejo esto, seré demasiado orgulloso para echarme atrás. Porque sé que llegará el día en que vuelva a sentir la tentación. Pero si dije que no lo haré, no lo haré. ¡Esto demuestra que no soy tan orgulloso como me gusta creer!".
Con la experiencia de trabajar con su hijo, la pasión volvió:
"Pero al trabajar con Ro, esa llama se encendió. Y fue, de principio a fin, una alegría pura pasar ese tiempo con él".
En definitiva, la carrera de Daniel Day-Lewis no es un camino lineal, sino una serie de pausas y regresos impulsados por una profunda necesidad de conectar con su arte de forma auténtica.
Su supuesta "jubilación" fue, en realidad, un necesario respiro que ahora culmina con una vuelta personal y emotiva al cine, confirmando que la pasión por la actuación, aunque a veces lo agote, nunca lo ha abandonado por completo.
