Anthony Hopkins, una de las figuras más respetadas y aclamadas de Hollywood, es conocido por sus papeles complejos y su longevidad en la pantalla grande, entre ellos, Hannibal, uno de los asesinos seriales más oscuros de la historia.
Sin embargo, su éxito es inseparable de una batalla privada y brutal: su adicción al alcohol, que casi lo destruye.
El momento que dio inicio a su adicción como "un estilo de vida"
Durante sus primeros años en la actuación, el consumo excesivo de alcohol era una parte aceptada, incluso glamorosa, de la vida de la industria.
Hopkins ha confesado que bebía para "anular esa incomodidad" y para sentirse parte del círculo de actores, aunque en el fondo sabía que lo estaba matando.
Su adicción lo hizo errático e incluso provocó su salida de la compañía teatral del National Theatre. En sus palabras, su vida era una secuencia de "lagunas mentales" y se estaba "bebiendo hasta la muerte".
De forma póstuma, Hopkins ha mencionado que su batalla con el alcohol estaba profundamente ligada a su naturaleza solitaria, exacerbada por su diagnóstico tardío de síndrome de Asperger.
Esta condición, que lo hacía sentirse un inadaptado, se manifestaba en una "incomodidad" constante que el alcohol prometía anular temporalmente. Su lucha no fue solo contra la bebida, sino contra el aislamiento.
El punto de inflexión: "Podría haber matado a alguien"
El momento que marcó el quiebre ocurrió en 1975. Hopkins relató que, estando completamente borracho y conduciendo en California, se dio cuenta de que no tenía idea de a dónde iba.
"En un momento me di cuenta de que podría haber matado a alguien, o a mí mismo, lo cual no me importaba", confesó el actor.
Ese episodio de "locura" lo llevó a buscar ayuda. Él describe el momento de tomar la decisión como una "voz profunda y poderosa" que le dijo:
"Se acabó. Ahora puedes empezar a vivir."
Poco después de ese incidente, Hopkins se inscribió en un programa de doce pasos para alcohólicos en Los Ángeles. Este paso fue la clave para recuperar el control de su vida.
El actor ha agradecido públicamente a los grupos de ayuda por su apoyo, demostrando que "no es una vergüenza; es una condición".
Cada 29 de diciembre, Hopkins celebra su aniversario de sobriedad, usando sus redes sociales para enviar mensajes de esperanza a quienes luchan contra la adicción.
El legado de la sobriedad: Una carrera llenos de éxitos
Curiosamente, los mayores éxitos de su carrera llegaron después de que dejó de beber, demostrando que la sobriedad no solo salvó su vida, sino que también desató todo su potencial artístico.
El actor ganó el Óscar a Mejor Actor Principal en 1991 por su papel en El silencio de los corderos, 16 años después de iniciar su sobriedad.
Décadas más tarde, en 2021, ganó su segundo Óscar por El Padre, con 46 años sobrio, convirtiéndose en el actor más longevo en recibir el galardón.
Su historia se ha convertido en un testimonio poderoso de que nunca es tarde para cambiar, y que los "monstruosos problemas" de la vida se pueden superar con disciplina y ayuda.