Los Juegos Olímpicos de Río puede que pasen a la historia por sus albercas con agua verde, por los problemas sociales y políticos por los que atraviesa Brasil y por ser los que cuentan, hasta ahora, con la mayor protección sexual.
El Comité Olímpico Internacional repartió entre atletas, entrenadores y demás miembros de las delegaciones 450 mil condones de los cuales 350 mil son masculinos y, por primera vez, 100 mil femeninos, además de 175 mil paquetes de lubricante con el objetivo de promover el sexo seguro dentro de las villas olímpicas.
De acuerdo con la BBC, los condones fueron comprados con dinero público brasileño y a cada atleta le corresponderían 40 preservativos durante los 17 días de competencias en Río de Janeiro. Tres veces más que los preservativos disponibles durante Londres 2012.
Pero el entregar condones a los atletas que compiten en los Olímpicos no es nuevo. Durante los juegos de Seúl 1988, se repartieron 8 mil 500 piezas y desde entonces, el número se ha incrementado. En los Juegos Olímpicos de Sydney, los organizadores pidieron 70 mil condones, y luego de dos semanas de competencias tuvieron que hacer un pedido por 20 mil más, pues se habían acabado.
Un artículo publicado en Frontiers in Physiology asegura que el tener relaciones sexuales antes de un competencia puede ser una de las causas de la disminución del rendimiento de los deportistas. Es por esto que muchos de ellos prefieren concentrarse en sus pruebas y disfrutar de Río después de éstas, como el abanderado y esgrimista de Benín, Yemi Apithy, quien dijo al periódico brasileño O Globo que después de su competencia, conocería la playa de Copacabana y aprovecharía los condones.
mrf