Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu pelo / y por las calles voy sin nutrirme, callado… Son los dos primeros versos del Soneto XI, de Pablo Neruda. ¿Qué hay en el sonido de la voz que suscita tanta fascinación y la avidez del poeta chileno? La ciencia tiene la respuesta.
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Según un estudio publicado en el Journal of Nonverbal Behavior en 2010, la voz juega un papel primordial, aunque inconsciente, en la atracción y en la elección de pareja. De acuerdo con los resultados que arrojó el análisis, las personas utilizan un registro de voz más grave cuando hablan con alguien que les parece atractivo y muestran un estado de activación cerebral más alto que el convencional.
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“La evidencia sugiere que las personas manipulan su voz en función de la persona con la que hablen o la situación en la que se encuentren”, dice el estudio. De manera similar a la forma en que los hablantes seleccionan un léxico determinado para ciertas conversaciones, —que suele cambiar, por ejemplo, cuando se habla con el jefe, con la familia, con los amigos, etcétera— las personas modulan la voz para volverla más agradable a los oídos del interlocutor.
La voz también está relacionada con otras conductas humanas: según Simon Hughes, del Departamento de Psicología del Albright College, aquellos que tienen “voces más atractivas, reportaron actividad sexual a una edad más temprana, una cantidad mayor de parejas sexuales y más casos de infidelidad”, que las personas con voces menos atractivas.
Es curioso cómo en el imaginario colectivo los tonos graves se relacionan con la idea del atractivo físico. En 1979, por ejemplo, la revista Folia phoniatrica publicó un artículo en el que se explica un experimento similar. A los participantes se les pidió que simularan una “voz sexy” y tanto hombres como mujeres bajaron la frecuencia de sus voces.
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