Desde La Laguna sin agua y en la polvorienta ciudad de Torreón, 'Zoonoros, Laboratorio sobre Precariedad e Inter(in)disciplina' se presentó en el Museo del Ferrocarril y en el estacionamiento del Instituto Municipal de Cultura y Educación, como parte de los espectáculos programados dentro del primer Festival del Mitote Lagunero.
La experimentación y la palabra se fusionan en un performance que realizan cuatro músicos que se reinventan a través de instrumentos creados y que remiten a los ecos de las grandes ciudades, junto al uso de la tecnología y el ritmo que dictan algunas lecturas provocadoras.
Zoonoros imprimió su huella musical que burla a lo políticamente correcto y realiza una crítica social sobre el error de la costumbre. Que le recuerde al público que la vida algunas veces es larga y el arte es un juguete. Y lo demás no importa. En entrevista para Milenio, la violonchelista Maricarmen Graue, el escritor Edgar Lacolz, el multiinstrumentista Flores Basura e Isaías Herrera en la multimedia, hablaron de su desarrollo musical y de la producción de su primer disco.
“Este disco es resultado de una convocatoria que ganamos para Radio Educación en la Ciudad de México. La convocatoria se llamó Nimbeë, hicieron una selección de proyectos, nos seleccionaron para grabar un disco en sus estudios. Ya terminamos las grabaciones, estamos trabajando ahorita en la mezcla y esperamos que para enero del año que entra salga”, comentó Isaías Herrera quien precisó, el disco podría ser un origami que lleve a la experiencia digital con un videojuego accesible para acompañar la experiencia auditiva que podrá descargarse en plataformas digitales.
El sonido grave del chelo junto a la máquina de escribir enfatiza el manifiesto que Lacolz le escribió a la Ciudad Monstruo, sin dejar de lado la visión bochornosa de una región norteña donde el río dejó de correr y dejó un lecho carniseco que evidencia la voracidad empresarial.
Lacolz acotó que este proyecto tiene cinco años. Inició con una lectura personal en el 2020 en un documental que grabó junto a Maricarmen Graue en la Ciudad de México. Con el pasar de los años emergieron otras piezas, solos y reapropiaciones literarias y musicales que generaron 15 piezas para el primer disco.
“En la Ciudad de México nos hemos presentado en la Sala Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes, en el Teatro Lola Cueto que está en Coyoacán y en el Foro Valparaíso”, refiere Maricarmen en tanto que Lacolz dijo que el proyecto ha ido mutando de los cafés donde el motor de la licuadora se unía al performance a otros espacios culturales como el Teatro del Fuego Nuevo de la UAM Iztapalapa.
Las giras comienzan. Toluca, Tlaxcala y Torreón son algunas ciudades que han visitado y donde han trabajado con proyectos sobre música y sordera. Para ello, utilizan un visor de realidad aumentada y las vibraciones musicales. Alguien les apoya con la Lengua de Señas Mexicana para compartir las letras. Al ser primariamente visuales, los participantes entienden los controles y dibujan sin tener que explicar, lo que enriquece la experiencia de quienes participan.
Estos artistas recuerdan que la vida se hace a pedacitos. Que en lo cotidiano todos tenemos pesares, pero en el contexto de la normalidad se suele ser bastante cobardes. Pero ellos afirman que se vale ser cobarde porque al final de una u otra forma todos estamos en crisis. Pero se le puede poner limón y sal a la existencia y pasarla bien. Y seguir jugando en la existencia.
“Al final del día, el proyecto tiene una voz y necesita escucharse más que la denuncia, el permitir que estas voces, que son muchas, es toda una comunidad, se permitan que se le escuche, que se le ponga atención más allá de un discurso capacitista. Que se escuche esta realidad, que haya esa conciencia lejos de la romantización, si no más bien de una inclusión verdadera, una funcionalidad”, sentenció Flores Basura.
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